Y así transcurre el desorden institucional en la Argentina, que ha dejado de ser un Estado de Derecho para transformarse en un estado de emergencia permanente. Para peor las penosas sentencias de la Corte Suprema de Justicia, con los no menos lamentables dictámenes del procurador general Esteban Righi, han dado visos de legalidad a todo lo que se hace.
De resultas de todo esto hay una evidencia: el Poder Ejecutivo en nuestro país está por encima de las leyes. Es decir que no reina un sistema republicano donde todos deben obedecerlas. El Congreso Nacional se ha reducido a un recinto donde los levantamanos” de turno respaldan cualquier capricho del matrimonio presidencial, hiriendo de esta manera la función del Poder Legislativo y castigando así el sistema institucional. A su vez el Poder Judicial en su cabeza visible que es la Corte Suprema obedece los deseos presidenciales, con lo que la presunta división de poderes escrita en nuestra Constitución no existe en la realidad. A esto deberá agregársele la absorción del Consejo de la Magistratura por parte del sector político oficial, y serán los políticos oficialistas los que tengan a su disposición el derecho a la inamovilidad de los magistrados. Es decir que ya casi se ha terminado de destruir el sistema institucional, y todo está puesto bajo el capricho del señor Néstor Ki!
rchner y de su señora. Son los diputados y senadores peronistas, quienes en forma obsecuente lo están haciendo.
Esta descomposición del sistema institucional responde al deseo de tener todo el poder por parte del matrimonio presidencial. Lo reprochable es que gente que conoce derecho, muchos de los cuales son abogados, se preste a la liquidación de un sistema de vida que nos ubica en lo formal dentro de las democracias republicanas en el mundo. Es lamentable que cuando uno profundiza lo que sucede advierte la degradación de todo, formalizada por aquellos que incluso han jurado respetar y hacer respetar la Constitución Nacional.
Es por ello penoso lo que sucede en el país, que por mérito de su dirigencia presuntamente justicialista renuncia a valores y principios que aseguraron respetar. Todo por cumplir los deseos presidenciales. Esos representantes van perdiendo paso a paso su independencia. El día de mañana se les ordenará alabar al matrimonio gobernante y lo deberán hacer, porque la obsecuencia sólo exige más obsecuencia
LIC. FRANCISCO SCOLARO
PALOMAR- BS AS
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