(Nota remitida a los medios, con motivo de la muerte de dos manifestantes en Avellaneda, producida a manos de integrantes de la policía Bonaerense. La misma fue enviada con anterioridad al reconocimiento por parte del gobierno, de que la policía estaba involucrada en los mismos)
Más allá de la justificación de la validez de las formas de protesta, estos hechos demuestran la impotencia de los presidentes argentinos para conducir un país sumido en una profunda crisis económica, de corrupción y de descreimiento.
Desde que Argentina llegó a la democracia y aún antes, sojuzgado por la fuerza, la falta de una dirigencia clara y objetiva para el país y apoyada por intereses exógenos, más la ambición personal; ha hecho que sus presidentes, se cubrieran las manos de sangre.
Es la sangre derramada de hermanos y hermanas, que equivocados o no, no debieron haber muerto en estas situaciones.Situaciones creadas por ambiciones desmedidas, arreglos políticos, corrupción y falta de justicia que fue comprada por intereses ajenos a los designios de una nación. Ahora entraremos en la discusión de quién fue el autor material de estas muertes, la policía, sus compañeros, políticos que siguen queriendo el poder pese a que son denostados y miles de elucubraciones que se plantearan para ocultar el verdadero autor; la falta de capacidad de los gobiernos.Mientras que el pueblo argentino no asuma su compromiso de unidad y entienda que esta es una lucha de todos, estos hechos seguirán ocurriendo y se agravarán aún más, fomentados directa o indirectamente por gobiernos totalmente corruptos.
Sepa el mundo que la argentina no quiere sangre, quiere paz y trabajo; solo el ansia desmedida de líderes armados por intereses oscuros genera esta sangre derramada.
Alberto Hugo Alicio. Buenos Aires
