Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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CARTAS AL DIRECTOR

Pertenencia

¿Quién es el dueño del paisaje? ¿A quién pertenece un bello atardecer?... A todos y a nadie. ¿A quién pertenecen los ríos y las montañas y el aire y el viento y el perfume de las flores? A todos y a ninguno. Pertenecen al país, a la Nación, es decir, nos pertenecen a todos en general y a nadie en particular. Delegamos el cuidado y la defensa de nuestra propiedad común, nuestra propiedad comunitaria, al Estado, para que cuide y defienda nuestros bienes comunes.
(DIARIOC, 06/03/2010) Generalmente no tenemos conciencia de que los recursos naturales de la Argentina pertenecen a todos nosotros, los argentinos. Los recursos naturales forman parte de nuestra propiedad en común. Si hacemos una encuesta entre la población en cualquier lugar de la Argentina, y preguntamos quien es el dueño de tal río, probablemente se nos dirá que nadie o que no sabe, y si le preguntamos específicamente si él (o ella) es el dueño, nos dirá seguramente que no, que no es el dueño. Los argentinos no tenemos conciencia de nuestra pertenencia.

Ello no constituye una simple ignorancia intrascendente, una casualidad. Es un mecanismo de pensamiento favorable a políticas de dominio neocolonial sobre nuestro país, es el resultado de controles sutiles de nuestra forma de pensar que tratan (y lo logran) de que los argentinos no tengamos sentimiento de pertenencia, de propiedad sobre nuestros bienes comunes, nuestras fuentes de energía, nuestro petróleo, nuestro gas, nuestros acuíferos, nuestros metales, nuestra plataforma submarina.

Hace poco nos ha visitado en Fiambalá el Ministro de Educación de la Provincia y se sorprendía del estado de deterioro de las puertas en las escuelas, producto del mal trato de los que las usan, y correctamente recalcó que debemos ser conscientes de que son nuestras, que debemos cuidarlas… ¡Un buen criterio que debería existir espontáneamente!… pero la desaprensión de los que no las cuidan piensa: “total, las paga el Estado ¡qué nos calienta!”. Es como cuando hay luces públicas prendidas todo el día inútilmente… ¡qué te preocupa si no lo pagás vos! … sin darse cuenta de que lo pagamos entre todos, que el Estado, el país, somos todos.

Mucho podría hablarse de los responsables de esta mentalidad colectiva. Se podrían escribir muchas páginas sobre la nefasta época neoliberal con su influjo de individualismo exacerbado, con su desprecio por todo lo estatal, con su estímulo del egoísmo salvaje, del “sálvese quien pueda”, de la competitividad feroz, con su destrucción de las redes sociales, de los lazos de solidaridad, con el “no te metás”, con la obsesiva búsqueda del “éxito” y la “picardía” de ser un ganador, aun a costa de pisarle la cabeza al vecino. Sin duda esa mentalidad adobada en los 90 no es ajena a la desaprensión colectiva de nuestros días. Crea un ambiente colectivo que favorece los designios de sometimiento nacional, porque sirve para degradar el alma de los pueblos, para corromper el tejido social, para debilitar los deseos de ser dueños de nuestro destino colectivo. Es el triunfo de una política mental neocolonizadora.

Es mucho más fácil, más eficaz y más barato condicionar la mente de los habitantes de un país a través los medios de difusión, de la pantalla de TV, que controlarlos con soldados armados. La presencia de un soldado invasor crea inmediatamente la conciencia en el colonizado. Ante su presencia física y su accionar el habitante nativo no tiene dudas de quien es su enemigo: el soldado invasor. Pero en una semicolonia los métodos de penetración e influencia son mucho más sutiles, más imperceptibles.

Es muchísimo más difícil visualizar al enemigo, pues todos nos sentimos seres libres que viven en democracia en un país independiente, seres con plena libertad para elegir lo que queremos, para pensar y para actuar según nuestro libre albedrío. No nos damos cuenta que estamos condicionados por un bombardeo continuo de tipo psicológico, ideológico, mental, porque los poderosos del planeta saben que para controlar y dominar a los pueblos lo esencial es controlar su mente.

Por ejemplo, una buena propaganda, un buen marketing, puede hacer que mucha gente compre un montón de cosas absolutamente prescindibles, pavadas superfluas, pero esa gente no se percibe como esclavos mentales, se sienten seres libres. Una buena campaña consigue además que los que no adquieren las sonceras inútiles sean menospreciados por los convencidos compradores, que además se sienten superiores. De la misma manera actúa la colonización mental.

Crea una identificación del sometido con el modelo impuesto por el opresor, al que se percibe superior y se admira. No otro origen tiene el menosprecio del mediopelo semiculto hacia “la chusma”, “los grasa”, “los negros de mierda”, “los cabecitas” o, más antiguamente, “los pajueranos”, como llamaban los porteños burlonamente a la gente del interior. En realidad deberían haber dicho “los padentranos” porque la gente del interior era gente “p’adentro” del país, los que eran “p’ajuera” eran los porteños, mirando y admirando siempre para afuera, para Europa o para EEUU, lo que los ubicaba como los auténticos “pajueranos”.

Esa colonización mental, con la discriminación consiguiente, con la introyección del esquema de valores de la cultura del dominador, puede observarse en cualquier momento por estos pagos. Cuando se “macanea” entre los muchachos, cuando se hacen burla, ¿qué se dicen? Se tratan de “coya”, de “yuto”, como forma de ninguneo… y eso se va transmitiendo de generación en generación. Y el del centro de Fiambalá lo llama yuto al de Pampa Blanca y el de Pampa Blanca le dice yuto al de Medanitos y al jujeño y al boliviano, y así. Y ni hablemos de algunos catamarqueños de la ciudad en relación a sus comprovincianos del interior: se sienten “la raza superior” al lado de “esos yutos”, “esos coyas”. Y lo paradójico es que probablemente todos ellos lleven algo de sangre indígena circulando por sus venas. Es el triunfo completo del conquistador.

A los que no pudo matar los hizo esclavos para trabajar, y hoy sus descendientes mestizos son esclavos mentales, se les introyectó un complejo de inferioridad, de hombres incompletos, deficientes de autoestima. Entonces, el que se siente “yuto”, compensa ese sentimiento de inferioridad burlándose del que cree más “yuto” que él. Si se sintiera un ser humano íntegro, un igual al resto, jamás se le ocurriría apelar a la burla denigrante.

Lo lamentable es que dudo que alguno de los que así “ningunean”, haya pensado jamás en lo que están diciendo, la autoagresión que implica. Porque han sido educados así de chiquitos. Con una estructura mental de ese tipo…¿cómo van a concebir que un indio como Evo Morales, o un mestizo como Chávez, o un obrero pobre como lo fue Lula, son mil veces superiores, como seres humanos, a un rubio de ojos claros como el criminal de guerra George W. Bush, el bárbaro agresor anglosajón? Esa forma de pensar colonizada es mil veces más esclavizante que una cadena con eslabones de acero, porque no se ve, no se siente, el software invisible y sutil está implantado en las neuronas, y el esclavo cree que es un hombre libre, que piensa libremente y actúa con libertad.

Cuando los pueblos americanos primitivos se sublevaban y luchaban contra el conquistador español tenían conciencia acabada de lo que les pertenecía: se sabían los dueños de esta tierra, de sus ríos y sus montañas, sus bosques, su cielo y sus dioses, lo sentían así, y por defender lo que les pertenecía se jugaban la vida. Tenían conciencia plena de ser Luchadores por la Vida. En este momento estamos pisando la tierra de las grandes sublevaciones calchaquíes-diaguitas, y esos pueblos originarios tenían mucho más conciencia que nosotros de lo que les pertenecía y querían robarles.

Ellos eran, en plenitud, hombres libres en cuerpo y espíritu, Combatientes por la Vida a su manera y en su tiempo. Nuestra América Latina es un caso único de mestizaje, a diferencia de América del Norte y de los otros continentes. Nuestro ser americano es una mezcla inédita de indígenas, españoles, negros, criollos y los aluviones inmigratorios de hace 100 años.

Y se ha gestado un tipo humano particular que luego de 200 años aun lucha por integrarse como nación, como Nación Latinoamericana, la Patria Grande de San Martín y Bolívar. Necesitamos de una buena vez unirnos y poner fin al saqueo que lleva ya 500 años. Necesitamos que “las venas abiertas de América Latina” se cierren y dejen de derramar su sangre, necesitamos que dejen de succionar su sangre los vampiros multinacionales. Los antiguos rebeldes calchaquíes descubrirían descendientes dignos hoy en día.

Tal vez una prueba de ADN arrojaría parentesco con algún tonto que menosprecia al hermano tratándolo de “yuto”, de “coya” o de “bolita”, pero los verdaderos descendientes de los antiguos dueños de la tierra, los auténticos descendientes de Túpac Amaru, son aquellos que hoy en día siguen luchando por la Vida, por el Agua, por la Tierra, por la Pachamama dadora de frutos, de animales, de cosechas, dadora de la Vida en definitiva. Y así como antes había caciques traidores que eran comprados por los conquistadores y traicionaban a su tribu, así hay gobernantes que hoy en día hacen lo mismo.

Si alguien quiere robarte algo que es tuyo, lo menos conflictivo es hacerte pensar que no es tuyo. Si no tenés idea de lo que te pertenece jamás vas a oponer resistencia, se lo van a llevar sin que vos digas nada, todo “tranqui”.

Nadie defiende lo que desconoce propio, como propio, lo que no siente como tal. Jamás defenderemos nuestras fuentes de agua, nuestros acuíferos, sino tenemos conciencia de que son nuestros, que nos pertenecen como argentinos, que es la herencia que les dejaremos a nuestros hijos. Si no tenemos esa conciencia y actuamos en consecuencia, en vez de fuentes de agua pura les dejaremos como herencia los diques de cola de las empresas mineras extranjeras, miles de toneladas de desechos tóxicos en paisajes desérticos.

En “El Ancasti” del 27 de febrero, pag. 4, sale un debate sobre minería con la participación de diputados, empresarios mineros, el titular de Somica, técnicos de la Secretaría de Minería y público presente. Se ven muchos números, todos en millones de pesos. Se habla de regalías, coparticipación, utilidades. Lo que no pude leer en ninguna parte del artículo es en cuantos $ se evaluó la pérdida de su modo de subsistencia de los agricultores que desaparecieron para siempre como tales, en cuantos $ los animales muertos por contaminación, en cuantos $ los miles de millones de litros de agua pura utilizados y contaminados, en cuantos $ las toneladas de desechos tóxicos creadas, etc. ¿El debate no trató esos puntos? ¿No despiertan tanto interés como las regalías y utilidades? ¿No forman parte de lo que se llama “La riqueza”?... Tal vez a mi ejemplar del diario le falten algunas hojas…o tal vez sea nomás, como algunos sesudos comentaristas pretenden, pura ficción extremista de los ambientalistas, esos nuevos subversivos apátridas, que se guían por versiones cinematográficas de ficción…¡ese Pino Solanas! ¡Con tal de vender sus películas inventa cualquier cosa!...

No existe tal contaminación, no gastan nada de agua, no hay tal saqueo, ¡si las multinacionales han dejado tal cantidad de dinero en todos estos años que Belén, Andalgalá, Santa María, toda Catamarca nada en la abundancia y el desarrollo, todos tienen trabajo y están gordos y felices, junto con San Juan somos las provincias estrellas de la Nación! ¡Qué sería de nosotros sin la Barrick Gold y La Alumbrera!

Los recursos naturales del país es lo único genuino con que contamos los argentinos para desarrollarnos con independencia. Nuestros recursos más preciados son el agua, el petróleo, el gas, la minería, todos los cuales fueron regalados en los 90 y así seguimos. Es imperativo para nuestro desarrollo independiente como país recuperarlos ya para el patrimonio nacional. Debemos acabar con el saqueo, o los saqueadores acabará con nosotros.

Tengamos conciencia de lo que es nuestro como argentinos, difundamos esa conciencia entre otros argentinos, sean del color político que sean, sean de las ideas religiosas que prefieran, es una forma de resistirnos a la colonización mental.

Defendamos la Vida. Defendamos nuestra Patria. Defendamos el futuro de nuestros hijos.

Mario H. Di Rienzo MP 544 – DNI 7.986.483 – Fiambalá – Catamarca – 05/03/10

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