(DIARIOC, 05/03/2012) Catamarca. La ciudad entera transpira. Más de 40 grados de temperatura azotan la ciudad en la que hasta el aire quema. Pero allá, en la céntrica esquina de Ayacucho y Esquiú, poco importa. El microclima de la pasión todo lo repele, incluso a los rayos del sol.
Así lo demuestran los más de 500 hinchas de River que esperan la llegada del plantel encabezado por Matías Almeyda. Nada de paraguas, nada de esconderse. En plena calle y agolpados contra las vallas, dejan hasta el último aliento para darle una bienvenida a ese equipo que -la gran mayoría de ellos- jamás vieron, pero a la distancia, siempre alentaron.
Se asoma el micro por la esquina y la leyenda que lleva en sus ventanas ("Bienvenido River Plate a Catamarca") se refleja desde la calle, desde las ventanas de las casas, los negocios e incluso desde las puertas de las escuelas.
Los alumnos, sin autoridad capaz de controlarlos, salen corriendo de los establecimientos apenas escuchan las sirenas de los patrulleros que custodian la llegada de La Banda. Todo es River, todo es locura, nada más importa.
"Soy de River", grita la gente, con un fanatismo que emociona. Nadie se acuerda de Cavenghi, del Chori ni de ninguno de los titulares que no viajaron. El que baja del micro es el equipo de sus amores más allá de los nombres. Ese equipo que nunca pisó suelo catamarqueño, pero que -como dice la bandera que despliegan los hinchas- es bien gallina.
Fuente: riverplate.com