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Sabado 20 de Abril de 2024
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Cuando la memoria pone en jaque al terror

El ajedrez, actividad asociada al desarrollo intelectual, se convirtió hace 38 años en un deporte enemigo de la última dictadura militar por su lógica intrínseca de juego honesto, en el que la mentira nunca triunfa.
Los genocidas de aquellos tiempos tampoco se privaron de sembrar el terror sobre el tablero cuadriculado, donde el pensamiento se articula, a la vez, como pasatiempo y motor del raciocinio.

Muchos referentes del "juego-ciencia" fueron secuestrados y desaparecidos en la larga noche de horror y barbarie. Algunos lo saben y los recuerdan; otros prefieren cobardemente olvidarlos.

Roberto Miguel Odorisio, nacido en Concordia (Entre Ríos) el 25 de enero de 1952 fue un jugador representante de la Federación Metropolitana de Ajedrez (Femeda) y fundador y primer vicepresidente del Circulo de Torre Blanca, que hoy continúa en actividad.

Fue secuestrado junto a su esposa Ines Menescardi en el domicilio de su madre, en el barrio de Boedo el 27 de enero de 1977. Visto por sobrevivientes en la Comisaría 5ta. de La Plata y en el "Pozo" de Banfield. Aún resuena entre sus compañeros el marcado acento provinciano, su bonhomía y inclinaciones docentes hacia los jugadores mas nóveles.

También Alejandro Pina, nacido en 1957, jugador que militaba en las divisiones juveniles del Club Platense, secuestrado en el barrio de Villa Urquiza el 26 de octubre de 1977.

De familia ajedrecística -su padre Víctor fue un destacado jugador de la Federación Metropolitana-, estuvo en el Centro Clandestino de Detención (CCD) "El Atlético".

Alejandra Tadei, subcampeona argentina de ajedrez, fue sobreviviente de Mansión Seré en Castelar antes de llegar a ser subbsecretaria legal de la Procuraduría de Buenos Aires.

José Copie, gran maestro de ajedrez por correspondencia, fue uno de los primeros sucuestrados, a cuatro días del Golpe de Estado, el 28 de marzo de 1976.

Otro de los casos más emblematicos se trató del de Gustavo Ramón Bruzzone, nacido el 31 de agosto de 1954 en San Javier, Santa Fe, donde vivió parte de su infancia hasta afincarse con sus padres y su hermano mayor Rodolfo en la capital provincial.

Comenzó a jugar ajedrez de la mano de su profesor, Ricardo Hase, campeón santafesino en varias oportunidades. Primero lo hizo en el Colegio Comercial Domingo Silva y luego en el club de sus amores, Unión, representando también al Centro Balear y al Sirio Libanés.

Con el transcurrir del tiempo se fue convirtió en uno de los ajedrecistas más promisorios de la región, al punto que en enero de 1972, con tan solo 17 años, se adjudicó el torneo preliminar que lo clasificaba a la Final de Campeonato Argentino Juvenil en Mar del Plata, máxima competición de la categoría.

Además de competir fue designado profesor de ajedrez en la escuela General San Martín, donde había cursado sus estudios primarios y pudo transmitir sus conocimientos de aperturas, medios juegos y finales a jóvenes y adolescentes.

En 1974 se casó con su novia y compañera de militancia política, Carmen Liliana Nahs y se mudaron a la ciudad de Rosario.
Ya eran épocas en que el solapado accionar de la Triple A daba señales de lo que luego sería el sangriento genocidio.

En su excelente y minucioso trabajo "Deportes, Desaparecidos y Dictadura", el periodista Gustavo Veiga sigue las huellas de los deportistas desaparecidos y evoca a Bruzzone, dando precisiones sobre su su vida, su familia y su enorme pasión por el ajedrez.

Del mismo modo su colega santafesino Nicolás Lovaisa en su libro "Tiempo Recuperado" hace una emotiva semblanza de su figura reacordando también su amor por el fútbol y por los "tatengues" de Unión.

El 19 de marzo de 1977 fue secuestrado en Rosario y desde entonces está desaparecido. Igualmente sucedió cinco meses después con su esposa Carmen. Bruzzone aún no había cumplido los 23 años. En su homenaje, hoy lleva su nombre la plaza ubicada en Rivadavia

y Ruperto Godoy, en la ciudad de Villa María Selva, en su provincia natal.

Sabida es también la afición que por el ajedrez tenía el escritor y periodista Rodolfo Walsh. Fue un jugador muy fuerte de primera categoría en el Club de Ajedrez de La Plata, donde hoy se lo recuerda con una placa en la puerta.

La del autor de "Operación Masacre" es una de las tantas historias que mezcla al ajedrez con el terrorismo de Estado.

Historias que llevan a reflexionar sobre el pasado y ponen de manifiesto el costado más oscuro de la historia sociopolítica argentina. La memoria y la justicia, entendidos como dos valores irrenunciables de la última década, hoy echan luz sobre ella.

Fuente: Télam

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