En cambio, en Saint Louis, todo es distinto, pues rápidamente, quizá en una tarde, se pueden llegar a conocer sus lugares típicos.
Eso no le quita encanto, por supuesto. Porque el Arco Gateway, de 192 metros de alto y que conmemora la expansión del país hacia el Oeste, sin dudas la postal de la ciudad, o mismo el río Misisipi, la confluencia con el Misuri, el Jardín Botánico con su laberinto natural, o el Forest Park, entre otros, son lugares que no se pueden dejar de apreciar.
Y el blues, obvio... Suena en todos lados, en los bares, los restaurantes, los hoteles y hasta en los negocios. Es que si bien este género nació en Africa occidental, llegó a los Estados Unidos a través de los esclavos que se instalaron precisamente en el delta del Misisipi.
Si uno es fanático de esa música, quedará maravillado, y el que no, igualmente, de tanto escucharlo, le terminará gustando, porque es imposible no encariñarse con esa melodía y esos sonidos envolventes.
Esta ciudad, del estado de Missouri y cerca del centro del país, tiene una historia particular porque la fundaron franceses, de ahí su nombre, fue arrebatada por los nativos americanos y más tarde devuelta durante las guerras napoleónicas. Sin embargo, Estados Unidos la compró en 1803 junto a la adquisición del territorio de Luisiana.
A nivel deportivo, si bien albergó los Juegos Olímpicos de 1904, lo máximo para los habitantes son los Saint Louis Cardinals, el equipo de béisbol que ganó 11 campeonatos mundiales de la MLB (Major League Baseball) y en cuyo estadio Busch jugará el seleccionado argentino de fútbol mañana ante su par de Bosnia en el cierre de la gira por Estados Unidos.
Después, también atraen los Rams del fútbol americano y los Blues del hockey sobre hielo. ¿El fútbol? Bien, gracias... como en todo el país no llama la atención. Es más, los jugadores de ambos países, en muchos casos estrellas mundiales, podrían caminar por las calles sin ser requeridos más que por algún argentino o bosnio que los reconozca.
Fuente: Télam
