Invitó a todos los estamentos de la sociedad a “no mirar a un costado” y asumir las responsabilidades que les cabe, ya que la solución no pasa sólo por multar a los padres, cuando el problema es que “hay demasiada demanda, demasiada oferta, y poco control”.
Advirtió que en Santiago “no hay una juventud peligrosa, sino una juventud en peligro”, porque está expuesta a las ambiciones inescrupulosas que quieren empujarlas hacia los malos hábitos, con fines comerciales.
En lo que se refiere a la proliferación de las fiestas clandestinas en las que se vende alcohol a los menores, comentó que desde el Proyecto Padres se trabaja desde hace tiempo por las restricciones horarias, tanto para el cierre de los locales nocturnos como para la venta de alcohol, con el propósito de que una vez que cierren los boliches, sean los padres los responsables de buscar a sus hijos “para que no permitamos que se realicen las fiestas privadas donde se les ofrece de todo a los adolescentes, porque mueven mucha plata”.
“Todos sabemos y no actuamos. Estamos perdiendo jóvenes y el futuro. Hoy existen los deliveries de alcohol y drogas, que son un silencio a voces. Están los que llevan alcohol y drogas al domicilio”, sentenció.
Compromiso de todos
Larcher hizo referencia a la reciente iniciativa del defensor del Pueblo de la Capital, quien propondría aplicar multas a los padres que envíen a sus hijos menores de 18 años a lugares donde tienen prohibido ingresar, al preguntarse si después de ello cómo sigue la solución al problema.
“¿Todo termina ahí? ¿Con eso se soluciona el problema? ¿Y el resto? Es toda una sociedad que está comprometida, que debe responsabilizarse porque no se trata de jóvenes peligrosos, sino de jóvenes en peligro. En esta sociedad todos somos padres, hay que tratar que desde las distintas áreas a las que llegan nuestros hijos, se vea la forma de solucionar esto.
Nadie tiene una fórmula mágica, y si no hacemos algo en conjunto, no se va a poder solucionar”, enfatizó.
Cuestionó que en los últimos tiempos se ve “violencia escolar y en todos lados, pero también un desborde en cuanto a que hay demasiada demanda, demasiada oferta y poco control, un control que pasa por los padres y por todos en general”.
“Cuando se sanciona una ordenanza o una ley, también tenemos que ver qué característica tiene y cuánto abarca, sino caemos en una sociedad hipócrita donde todos somos cómplices, y en el medio están los chicos en peligro”, acentuó.
Reconoció que en el seno de la organización a la que pertenece existe angustia porque comprobaron que “ha aumentado el consumo de alcohol y ha bajado la edad de consumo, y eso es grave”.
“Siempre hemos trabajado tratando de que los padres se concienticen de que en las fiestas de 15 no debe haber alcohol, y en el reciente Congreso de Pediatría del Noa, me ha alarmado lo que me contaban algunos pediatras de lo que pasa en el interior de la provincia. Una persona me contó que en una fiesta de 15 le habían ofrecido un porro. O sea, hemos superado todo, y no sabemos qué está pasando. Me contaron que en Las Termas es penoso ver a la madrugada a chicos de 12, 13 años alcoholizados en la calle”, relató.
Se mostró apenada porque “los chicos que son sanos, que no beben y que tampoco quieren entrar en ese círculo, están en peligro porque otros están manejando este tema, y no hay controles. El otro día leía de un pastor evangélico que decía ‘adulto irresponsable, muerte segura’. Estamos yendo hacia una sociedad con chicos adictos al alcohol, a las drogas, y con riesgo de muerte y nos deberíamos preguntar qué estamos haciendo. Pero nadie va a solucionar esto de una forma mágica”.
“Nosotros trabajamos en la restricción horaria para la venta de alcohol y para el funcionamiento de los boliches. Entonces, si las fiestas terminan a las cuatro de la mañana, que cada padre recoja a su hijo, porque de esa manera estamos evitando las fiestas clandestinas, porque los adolescentes mueven mucho dinero, y ahí están metidos los adultos. Tratemos de solucionar esto en alguna medida”, finalizó.
Fuente: elliberal.com.ar
