"Se me cortó, se me cortó", fue la exclamación de Gago, con los ojos húmedos y el dolor y la desesperación dibujados en su rostro, cuando a los 30 segundos de juego cayó de bruces sobre el césped sin que mediara acción de un rival alguna.
La ruptura del tendón de Aquiles a la que aludía el futbolista es muy sencilla de detectar "prima facie", aún para aquellos que no son médicos pero conocen mínimamente lo que es la práctica deportiva.
Es que cuando el tendón se corta como aseguró Gago, se siente como un piedrazo sobre la zona afectada aunque ningún contacto haya existido, y esto se produce por el efecto que se parece en mucho al corte de una correa de cortina, que se va hacia arriba y deja un hueco en su lugar que es muy sencillo de percibir apenas hundiendo un dedo.
Para recomponer el tendón es necesario "bajar" la parte que subió con el corte y unirla con la inferior, lo que demanda una operación que deriva en un prolongado período de recuperación. Seguramente por eso la reacción de Gago fue tal. Y la de los médicos, en su afán de protegerlo, también.
Fuente: Télam