Tomar la referencia porteña como indicadora decisiva no obedece, ciertamente, a ningún tic etnocéntrico, puesto que es cosa sabida, descontada, que en algunos lugares del interior del país se constata con mayor nitidez la devoción por el deporte de marras.
Que en muchas de sus ciudades o pueblos se hayan desarmado los rings, y arrumbados por ahí, no da cuenta, por sí mismo, de una merma de interés sustancial. (Télam)