Su admirable destreza física, pero más que nada esa conmovedora perseverancia que le permitió sacar pelotas de bajo tierra, compusieron un perfil cercano a la excelencia y lo posicionaron, sin más, como uno de los más acreditados exponentes del puesto.
No es necesario ser un especialista en voley para tomar nota de qué se trata la tarea específica de un líbero: recibir los nada contemplativos saques del adversario y sostener, a cómo dé lugar, la viabilidad de una contraofensiva ganadora.