Es que esta vigésima edición liguera confirmó en sus primeras cuatro jornadas todos los funestos pronósticos que sobre ella se hacían y que la conducen a un oscuro callejón sin salida en lo deportivo y lo económico.
En el primer ítem las cuatro jornadas ya alcanzaron sobradamente para comprobar que el nivel de juego decayó ostensiblemente respecto de la primera parte de la temporada anterior, cuando todavía el 1 a 1 sostenía las finanzas de los clubes y la permanencia de sus jugadores extranjeros.