Anteriormente siempre se daban los éxitos en el ámbito individual: Roberto De Vicenzo, Guillermo Vilas, Juan Manuel Fangio, Carlos Reutemann, Carlos Monzón, Víctor Galíndez, Pascual Pérez, Nicolino Locche, Horacio Accavallo, Alberto Demiddi, el remero Ibarra , Nora Vega y algunos más, daban lo suyo con calidad, talento y mucha garra. Algún triunfo a nivel de conjunto, no era lo acostumbrado. Se daba en el fútbol, un fenómeno distinto, en el rugby esporádicamente y en hockey sobre patines, pero no mucho más.
El segundo puesto obtenido por la selección dirigida por Rubén Magnano tiene un mensaje especial. No siempre salir segundo es una ofensa en una sociedad acostumbrada a que el segundo puesto no vale. Quedó demostrado que cuando se hacen las cosas bien: Con calidad, organización, buena conducta y se gana con amplitud, la gente se acerca. En los últimos días todos éramos basquebolistas en potencia y conocedores de un deporte que venía en alza, pero donde nadie podía pensar en esta hazaña.
El traspié final poco interesó y toda la gente se mostró solidaria con el equipo. Si un "equipo", porque ese fue el triunfo de estos muchachos, que por ahora no tienen ningún apodo, pero que podría llamárselo de mil formas. Son merecedores de todos los elogios. Lo hecho en el reciente Mundial no tiene parangón y se irá tomando conciencia de lo hecho con los años, como paso con sus antecesores, los campeones mundiales de 1950, que siguen festejando su título y esta hazaña.
También recientemente afloraron Las Panteras y ahora vuelven a escena los integrantes del voley, en otro deporte que viene arrasando y que a lo mejor nos vuelve a colocar en la tapa de los diarios del mundo como ocurrió con el baloncesto.
A pesar de los inconvenientes serios que tenemos, el deporte siempre provoca alguna sonrisa, fundamental para tener un poco de optimismo. (Télam)
