En esa falencia aguada en la que se ahogan los grandes, Boca está un escalón arriba. El vigente campeón del fútbol argentino acumula cuatro puntos, producto del triunfo 2-0 ante Olimpo –sin haber jugado bien– y de la igualdad ante Unión en Santa Fe, con una producción aún más mediocre que en la primera fecha. Sigue invicto, aunque su juego, tras el escándalo interno que se desató en Venezuela, amenaza con decaer un poco más.
En cuanto a posiciones, sigue Racing. “La Academia” de Alfio Basile pasa un momento de desconcierto. Ocupa el 14º puesto de la tabla y no luce en forma. A los problemas para crear situaciones de riesgo se le acumuló algo que no ocurría antes: fallas defensivas constantes y un mediocampo que no marca ni ayuda a atacar. La primera fecha (0-0) ante Tigre, Racing mostró errores que se agudizaron en la derrota (0-1) con Godoy Cruz, donde jugó más de un tiempo con un hombre de más.
San Lorenzo no está mucho mejor. De los grandes, es quien más sufre. Hace rato que el descenso le toca la puerta y “El Ciclón” no puede espantarlo. No juega bien y, cuando no tiene problemas, se los inventa, tal como le ocurrió a Nereo Champagne el pasado domingo ante Estudiantes. Jugó dos partidos. Recibió un cachetazo ante Lanús (4-1) y empató con los platenses 1-1, en lo que avizora ser un torneo sudoroso para un equipo que no encuentra el rumbo y debe hacerle frente a una presión de la que conoce poco.
Independiente ocupa la 19º posición. Detrás sólo está Banfield, el peor del Clausura. Recibió dos goles y aún no marcó. Un síntoma que arrastra desde la pretemporada. Contando los partidos de verano, sólo gritó un tanto, justamente de Rolando Schiavi en contra. Ramón Díaz no encuentra el funcionamiento. Ni siquiera tiene la mano para cambiar a tiempo. Y “El Rojo” lo sufre. Por ahora lo mira de lejos, pero debe sumar para no complicarse de lleno con el descenso en la próxima temporada. Está en estado de alerta, y su juego no ayuda demasiado.
Los grandes sufren. El buen juego no aparece y los partidos se hacen chatos, mediocres y hasta fastidiosos. Son quienes más presiones acumulan por mejorar. Aún están muy lejos del ideal de los hinchas, en una época donde ningún partido -o escasísimos- vale lo que se paga por una entrada. No hay show, ni relajaciones. Sólo un cúmulo de nervios, exigencias histéricas y un nivel que no para de caer. Van dos fechas, pero muchos ya imaginan un calvario. playfutbol.infobae.com
