Dos o tres mil, porque había muchos argentinos diseminados en todo el estadio, contra 55 mil franceses, por lo menos, parecía mucho.
Pero los franceses, fríos por naturaleza y encima con la complicidad del clima, pocas veces se engancharon con el equipo de Raymond Domenech, inclusive en los momentos del primer tiempo que eran claros dominadores del juego.
En la tribuna argentina hubo muchas banderas celestes y blancas, de Temperley, Boedo, de María Ignacia Vela, el pueblo que hizo famoso el inolvidable Osvaldo Soriano. También hubo “trapos” de Colón, Boca, Racing, Independiente y Tigre.
Claro, que los argentinos tuvieron mucha ayuda, porque varias veces cantando por Maradona tenían el apoyo de los franceses, quienes se sumaban a sus gritos.
En Marsella la figura de Maradona o la del “Che” Guevara es muy común verlas en remeras o en posters en cualquier tipo de negocio.
El frío no aplacó los ánimos, el gol de Jonás Gutiérrez no modificó la historia de gritos y aliento, porque con cualquier resultado el hincha argentino demostró que, sobre todo en el exterior, la pasión no se detiene, por más que algunos sigan gritando que un resultado vale más que la pasión por una camiseta.(Telam)