Consumida la primera rueda del Nacional B, River está cumpliendo el objetivo del ascenso, casi pidiendo permiso y haciendo valer la diferencia de gol, pero le alcanza. El pecado, quizás, fue creer que “El Millonario” ganaría todos los partidos por goleada, pero eso no pasa y el nivel del equipo deja mucho que desear.
River revolucionó la categoría, es cierto. Se adaptaron las medidas a la, paradójicamente, medida del equipo de Nuñez. Pero nadie se amoldó “Millonario” desde lo futbolístico. Ningún rival salió a respetarlo y, sacando ese partido “anormal” con el peor Atlanta que se vio en mucho tiempo, el conjunto de Almeyda nunca pudo hacer la diferencia.
Se consumieron 19 partidos. Fueron nueve victorias, siete empates y tres derrotas. Hubo 33 goles a favor (el más goleador del torneo) y 16 en contra (a seis de Instituto, al que menos le convirtieron). River fue desparejo, porque su juego así lo es. Le costó en el Monumental, se adaptó mejor afuera. Así y todo, hubo un antes y un después de los Superclásicos con Boca.
Las derrotas en Chaco y Mendoza dejaron al desnudo algunas falencias y acrecentaron las críticas. ¿Desmedidas? Puede ser, como también es verdad que el equipo no rindió porque, a veces, no se sabe a qué juega. El precio de perder con Boca fue alto. Y el empate en Isidro Casanova ante Almirante Brown acabó por desfasar una armonía que venía sucumbiendo.
Daniel Passarella insultado por sus propios hinchas. Norberto Alonso sacando a relucir su lengua filosa y apuntando contra Almeyda y Alejandro Domínguez, entre otros jugadores. “El Chori” saliendo a responder las palabras del ídolo, sin nombrarlo, y un clima que se oscurece. Chacarita será la próxima parada el sábado. A River, como siempre, sólo le sirve ganar. El objetivo por ahora lo cumple, pero no le sobra nada…nada de nada. playfutbol.infobae.com