Por absurdo que parezca, ese conejito de 162 centímetros y 62 kilogramos, que desde su debut en primera no ha hecho otra cosa que revelarse como un crack sin vuelta de hoja, una joya digna de cualquier época, sufre las consecuencias de su falta de previsibilidad.
Y las sufre, porque el despliegue de sus destrezas está subordinado a los diagramas concebidos por dos conspicuos miembros de la comunidad científica: Louis Van Gaal en el Barcelona y Marcelo Bielsa en el seleccionado nacional.