Palermo y Krupo agarraron a los pibes y practicaron, maquinita en mano, sus habilidades. Y como a la mañana
siguiente no hubo tiempo para emparejar, los chicos debieron salir a entrenar así como estaban.
"Pobrecitos, quedaron horribles", fue la primera sensación que soltó el técnico Alfio Basile cuando los vio
acercarse a la cancha. A Erbes le dejaron nada más que el flequillo; a Colazo una especie de kipá; a Marín le
dejaron todo el pelo salvo que le hicieron una cruz en el medio de su cabeza; a Araujo le quedó cabello en la nuca,
y a Achucarro una cresta al estilo "Mr. T".
Ahora, salvo que hayan quedado conformes con sus nuevos "looks", los juveniles se raparán a cero y rezarán para que
les vuelva a crecer cuanto antes.
Fuente: minutouno.com.ar