Luego de visitar el Palacio San Martin, sede de la Cancillería, en Buenos Aires, donde realizaron una cata con vinos del resto del país, excepto Mendoza, los visitantes llegaron a la provincia, en donde conocieron distintas bodegas.
"La incorporación de Roberto de la Mota tiene doble importancia. La primera, reconocer la calidad profesional de Roberto de la Mota. Y la segunda, que la incorporación de un argentino añade valor a la universalización, porque la Academia desde que se fundó fue principalmente europea, y sobre todo francesa. Y está ampliándose", explicó.
"Prueba de ello -agregó- es que han marcado esa voluntad de ampliación al elegirme como presidente, en 2009, y me acaban de reelegir en diciembre, en la sesión científica, nuevamente por un período de tres años".
Sobre el reconocimiento internacional que ganó el vino argentino, el especialista afirmó: "El Malbec ya ha recorrido un camino muy exitoso. Si uno saca las conclusiones por los lugares del consumo, las revistas especializadas le han dado al Malbec una categoría que hace 20 años no tenía, pero también se ve reflejado en los restaurantes y el público consumidor lo ha elegido".
"Lo que yo veo es que el futuro de la vitivinicultura y del vino como bebida internacional, para que se produzca una expansión de la industria, requiere mercado. En mi opinión, los mercados para sostener la industria del vino en el futuro, son aquellos países con grandes cocinas, pero que no tienen vino", opinó.
"India, China, Tailandia, México, Brasil, Perú, son mercados a los que hay que apuntarle. Hay que convencer, por ejemplo a los tailandeses cuales son los vinos que combinan bien con sus comidas. Es un gran desafío", dijo.
"Lo he propuesto en un trabajo científico en la Academia explicándolo como tesis. La cocina peruana es notable. Esa cocina se defiende con el Pisco Sauer, pero no puede ser el acompañamiento único que tenga una cocina tan diversificada. Lo mismo sucede con la cocina mexicana. Hay que trabajar sobre esos ejes fundamentales", comentó.
"A la Academia no le interesa para nada que el vino sea el símbolo de la ebriedad en el mundo. Lo que le interesa que se consuma un producto que nosotros consideramos que es de cultura, de salud, y que tiene significados en la vida personal muy importantes", explicó.
"El vino en la Argentina, y sobre todo en la región de Mendoza, está aportando una contribución cultural que se expresa en la arquitectura, en el desarrollo tecnológico, en el modo cotidiano de vivir. Los visitantes miembros de la Academia, en su mayoría europeos, hemos quedado gratamente sorprendidos por la situación de encontrarnos aquí con un paraíso vitivinícola, con gente muy cálida, y con instalaciones estupendas", afirmó.
Fuente: Télam