En el conjunto de la Unión Europea (UE), conformada por 28 naciones, el PIB conjunto apenas creció un 0,2%, en línea con lo ocurrido entre los 17 Estados que integran la Eurozona.
Las malas noticias llegan en los mismos días en que se libra un ríspido debate entre Alemania y el resto de sus socios europeos, y también Estados Unidos, por el aumento del superávit comercial germano en medio de las penurias en la mayoría de los demás miembros de la Eurozona.
Un analista londinense subrayaba el jueves que los datos dados a conocer ese día por Eurostat, la agencia estadística de la UE, constituyó "un claro golpe a las esperanzas de que el período de estabilidad del mercado del último año se traduciría en una recuperación económica sólida y sostenida".
El mismo experto, Jonathan Loynes, economista-jefe de Capital Economics, añadió que la economía de la Eurozona crecerá un 0,5% durante 2014, "bien por debajo de las tasas que hacen falta para enfrentar los crecientes peligros de deflación y los derivados de la crisis de la deuda de la región".
Las advertencias sobre la amenaza deflacionaria no son una novedad y están en el núcleo de las demandas de los países del Sur europeo, así como del Tesoro de Estados Unidos y el propio FMI, a Alemania, para que rectifique una política económica que privilegia el interés nacional, la estabilidad del euro y el crecimiento del superávit comercial y por cuenta corriente.
Los países e instituciones que critican a Berlín le están pidiendo que acuerde flexibilizar la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), en línea con la que propugna el presidente de la institución, Mario Draghi.
Esto significa permitir una mayor emisión y la aprobación para que el BCE compre bonos de los países de la Eurozona, al tiempo que Alemania impulse la demanda y el consumo internos para absorber mayores importaciones de sus socios y equilibrar la relación entre las balanzas comerciales.
La cerrada negativa de la canciller Angela Merkel preocupa al resto de Europa y a Estados Unidos y Japón, ya que la recuperación de las economías deudoras del Viejo Continente, así como la afirmación de la reactivación estadounidense, dependen de una sensible mejora europea.
Pero esta posibilidad se aleja cada vez más de la luz con el retroceso del PIB francés, un 0,1% en el tercer trimestre, y del de Italia que también perdió un 0,1% en el mismo período.
Y esto sin hablar de la depresión económica en la que está sumida Grecia, donde la tasa de desempleo se elevó en agosto mantiene al 27,3%, dos puntos porcentuales por encima de las cifras del mismo mes del año pasado.
A todo esto se suma la crítica situación en la que se encuentran España y Portugal, donde los porcentajes de desocupación son también muy altos, a lo que se suma una inestabilidad política también en aumento en ambos países.
Respecto a Portugal, el Fondo Monetario Internacional advirtió el jueves pasado que si bien "la contracción económica ya tocó fondo", la crisis política en el Gobierno de coalición hace tres meses, sumada a las elecciones municipales recientes "fueron un aviso sobre la cada vez mayor oposición (popular) a más medidas" de ajuste.
Algo similar ocurre en Grecia, donde el gobierno de coalición de Nueva Democracia (derecha) y PASOK (socialista) discute con la "troika" del BCE, del FMI y de la UE cómo evitar más ajuste, mientras se suceden las huelgas contra los despidos de empleados públicos y en repudio a mayores recortes de empleo y sociales.
La evolución de la situación en Europa contrasta con la calma relativa que se vive en Estados Unidos debido a la política de la Reserva Federal que continúa con sus compras mensuales de 85.000 millones de dólares en bonos, sobre la cual se apoya el crecimiento anual del 2,8%.
Esta semana, la candidata a reemplazar a Ben Bernanke a la cabeza del banco central, Janet Yellen, elogió esa política de estímulos monetarios seguida por Bernanke y anticipó que si bien en algún tiempo deberá terminar, por ahora ella garantiza su continuidad para afianzar el aumento del empleo y la producción.
Aquellos que, como el Tesoro estadounidense y algunos de los países de la Eurozona, propician que el BCE imite, al menos en cierto grado, la línea de acción de la Reserva, chocan con la férrea oposición germana a hacerlo.
La austeridad a rajatabla impuesta por Berlín a los países con problemas en la región, sumada a su ortodoxia monetaria, amenaza con ahondar los desequilibrios dentro de la Eurozona y desencadenar tendencias centrífugas que pueden terminar con la moneda única.
Fuente: Télam