El acuerdo prevé una meta de superávit primario (ingresos menos gastos sin los interes de la deuda) del 3,75 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) para los próximos tres años, lo que obligará al próximo gobierno que salga de las urnas en octubre a apretarse el cinturón, limitando las inversiones en las áreas social y de infraestructura.
Una de las promesas sacrificadas será la creación de empleo, pues depende del crecimiento de la economía del país y éste, a su vez, de fuertes inversiones externas, lo que parece difícil dada la complicada situación que vive la economía internacional, asegura el diario.