Tanto en 2004 como en 2005, la economía creció por encima del 9 por ciento -siempre bajo el impulso de la actividad de la actividad fabril y la construcción, a lo que se sumó el agro como elemento dinamizador.
En 2005, el PIB creció 8,5 por ciento y en 2006 87 por ciento, con un predominio de la construcción como uno de los motores de la economía, a lo que se agregaron los productores de servicios, especialmente influidos por la intermediación financiera.
Luego de crecer 7,0 por ciento en 2008, en 2009 el Producto Bruto Interno marcó un sensible retroceso a causa de la crisis financiera desatada a nivel mundial a causa de las hipotecas de baja calidad en Estados Unidos, que determinaron el colapso y desaparición del banco de inversión Lehman Brothers. Ese año la economía argentina creció apenas 0,9 por ciento.
En 2010, el nivel de actividad volvió a acelerarse con creces y marcó una expansión récord en términos porcentuales de 9,2 por ciento, con un fuerte salto de los sectores productores de bienes, así como de servicios.
En 2011, con los nubarrones de una nueva crisis internacional en ciernes, el PIB argentino avanzó 8,9 por ciento.
En 2012, en medio de las turbulencias que enfrentaban las naciones más poderosas del mundo y la crisis financiera de Grecia y otros países comunitarios que puso en jaque la viabilidad de lazona euro, la economía argentina logró mantenerse en guarismos positivos, con un avance interanual de 1,9 por ciento.
Este avance económico, que en mayo de 2003 era todavía una hipótesis, explicita un decenio de crecimiento, con bastante resto para seguir avanzando.
En la actualidad, es incontrastable que la actividad duplica largamente a la de aquel tiempo aciago de números en rojo, tras la crisis desatada a fines de 2001.
En este tiempo, la creación de empleos sorprendió de manera positiva y los 5 millones de nuevos puestos que se generaron en forma paulatina permitirían paliar viejas -y desde luego dramáticas- penurias, hasta reducir a menos de un tercio el nivel de desocupación.
En los últimos ocho años también se sumaron las negociaciones paritarias, cada vez más extendidas, que permitieron una recuperación salarial y daban un fuerte impulso a la demanda interna de productos y servicios.
Fuente: Télam