El ministro del Interior, Florencio Randazzo, anticipó al retirarse de la Quinta de Olivos que “se habló de la derogación futura del impuesto al cheque como alternativa ya que es un impuesto distorsivo”, y manifestó que recién lo eliminarían en 2011. “Estamos analizando técnicamente esta posibilidad porque a nadie puede escaparle que tendría un efecto benéfico sobre la economía”, expresó el ministro de Economía, Amado Boudou y agregó que “como bien dijo la Presidenta es un impuesto distorsivo y colaboraría fuertemente con la bancarización y con que haya menos economía informal”.
“El Gobierno da cuenta del poder de decisión que tiene porque sacan reservas, pero después dicen que pueden derogar el impuesto al cheque”, aseguró la directora de política fiscal del CIPPEC, Luciana Díaz Freís. La investigadora anticipó que si el tributo se elimina pueden compensarlo con otros aumentos, como Ganancias. Y agregó que las cuentas no necesariamente tienen que cerrar porque está la posibilidad de obtener créditos en los mercados internacionales. La tasa para obtener préstamos descendió durante las últimas semanas ante el inminente anuncio del canje de deuda, y podrá caer aún más en los próximos días. Esta herramienta le permitirá al Gobierno obtener fondos frescos y compensar una posible derogación del impuesto al cheque. Díaz Freís manifestó que otra alternativa será desacelerar el aumento del gasto público, aunque difícilmente el Ejecutivo decida tomar este camino porque en 2011 hay elecciones presidenciales.
El tributarista Elías Lisicki explicó en diálogo con Crítica de la Argentina que el Gobierno tiene dos herramientas para derogar el impuesto. La primera consiste en enviar un proyecto al Congreso porque la Presidenta no tiene la potestad para eliminarlo. Difícilmente el oficialismo decida tomar este camino con la actual composición parlamentaria. La otra opción es aprovechar que el Ejecutivo tiene la potestad para fijar la alícuota, y bajarla al cero por ciento. Lisicki agregó que desde 2002 todos los gobiernos prorrogan por un año la vigencia de este gravamen, pero en 2009 el oficialismo decidió extenderlo hasta fines de 2011.
“Como viene creciendo el ritmo del gasto, el Gobierno puede comerse el superávit primario durante el año que viene si termina derogando el impuesto al cheque”, explicó la economista de la consultora Abeceb Carolina Schuff. La especialista en temas fiscales explicó que el impuesto al cheque “no impacta tanto por el valor agregado, sino por la modalidad de la operatoria”. Las dos principales críticas hacia el impuesto tienen que ver con que otorga incentivos a evitar las transacciones bancarias e incentiva la informalidad. Y por el otro induce a las firmas a integrarse verticalmente y beneficia a las grandes empresas que concentran muchas operaciones de la cadena productiva, mientras que perjudica a las pymes.
Fuente: criticadigital.com.ar