Según la OIT, en algunas economías avanzadas en las que tradicionalmente las desigualdades han sido muy inferiores a las de los países en desarrollo, la disparidad en los ingresos "ha empeorado rápidamente después de la crisis y, en algunos casos, se está acercando a niveles registrados en algunas economías emergentes".
A la vez, "en economías emergentes y en desarrollo donde, en general, las desigualdades han venido disminuyendo, los niveles se mantienen elevados y el ritmo de mejora se ha reducido considerablemente".
"Algunos de estos acontecimientos obedecen a la reducción durante los últimos años de los puestos de trabajo rutinarios que requieren calificaciones medias", interpreta el informe.
Esto, añade, "se ha producido paralelamente a la demanda creciente de puestos de trabajo en los extremos superior e inferior de la escala de calificaciones".
En consecuencia, "trabajadores relativamente formados que solían ocupar estos puestos de trabajo que requerían calificaciones medias, se ven ahora cada vez más obligados a competir por ocupaciones que requieren pocas calificaciones".
Tales cambios ocupacionales, indica la OIT, "han configurado pautas de empleo y también han contribuido a ampliar las desigualdad en los ingresos registrada durante los últimos decenios".
Las crecientes desigualdades, por otra parte, "han socavado asimismo la confianza en los gobiernos", que ha venido disminuyendo "con particular celeridad en países del Oriente Medio y de África del Norte, aunque también en economías avanzadas, Asia Oriental y América Latina".
"Cuestionamientos de esta magnitud, en particular si van acompañados por un estancamiento o una
reducción de los ingresos, pueden contribuir al malestar social", alerta la OIT.
Añade que "los países que registran tasas altas o rápidamente crecientes de desempleo de los jóvenes son especialmente vulnerables a ese malestar social".
Frente a este "panorama turbulento", el organismo propone "impulsar la demanda agregada y la inversión, inclusive mediante políticas laborales, de ingresos, empresariales y sociales".
Además, señala, "los sistemas crediticios deben reorientarse para apoyar la economía real, en particular las pequeñas empresas".
"También hay que afrontar las persistentes vulnerabilidades sociales vinculadas a la frágil recuperación laboral, principalmente el elevado desempleo de los jóvenes, el desempleo de larga duración y el abandono del mercado de trabajo, sobre todo entre las mujeres".
Por eso, concluye la OIT, "es preciso emprender reformas del mercado de trabajo inclusivas con objeto de apoyar la participación, promover la calidad del empleo y actualizar las calificaciones".
Fuente: Télam