"Si no hicieran esto, pasaría lo que pasó en México: se dispararían los precios de los productos de la canasta alimentaria a medida que sube el precio internacional", sintetiza el analista de Economía & Regiones Pablo Sívori.
Con este razonamiento, el Gobierno dispuso en las últimas semanas aumentar en 4 puntos las retenciones a las exportaciones de soja y sus derivados para subsidiar con lo recaudado el consumo interno del pan, los fideos, la harina, los lácteos, los aceites, el pollo y la carne.
La medida buscó incentivar la producción local, destinando el fondo obtenido con las ganancias de la soja a aquellas industrias agroalimentarias que compraran sus insumos a los productores rurales a precios de mercado. "El propósito es desincentivar la exportación y alentar la producción interna. Con las retenciones, el productor tiene que descontar las retenciones, con lo cual disminuye el precio del producto; con los subsidios se facilita el pago domésticamente. Incrementando la oferta doméstica, el saldo exportable va al mercado interno", explicó Sívori.
Claro que, para lograr los efectos, se debe mantener vigente a la vez el actual mecanismo de acuerdos de precios que la secretaría de Comercio Interior busca establecer con cada sector, y seguir gozando de la actual "bonanza fiscal" que le asegura un crecimiento en el orden de 9% anual.
La diferencia con México está dada por el hecho de que, en la actualidad, este país es importador neto de maíz -abastecido principalmente por Estados Unidos-, mientras que la Argentina mantiene un saldo exportable de 8,5 millones de toneladas -según lo registrado en el 2006-, que lo ubica en el segundo vendedor del producto a nivel mundial.
Y a esto se le suma que los mexicanos demandan cinco veces más del producto y sus derivados que los argentinos: en el país del norte, el consumo interno alcanza los 39 millones; y a nivel local, apenas llega a las 7 millones de toneladas, principalmente para la producción de pollos y cerdos.
Al momento de formular el anuncio, la ministra de Economía, Felisa Miceli, explicó que la decisión de subsidiar buscaba "preservar el salario, para que estos bienes puedan encontrarse en la mesa de todos los argentinos sin incrementos de precios".
El valor del maíz se incrementó en un 86% durante el último año, y alcanzó su nivel más alto en 10 años, tras los pronósticos del Departamento de Agricultura en Washington sobre una demanda sin precedentes de este grano.(CAMPONOVA)