Marcó del Pont destacó que tras la crisis financiera mundial “ya ni se discute, ni siquiera entre los ámbitos más ortodoxos, los efectos (nocivos) que tienen los flujos de capital en economías abiertas”, los que generan mayor volatilidad, burbujas especulativas, y mayor propensión al contagio en momentos de debacle, por sobre los aspectos benéficos que pueden traer.
En este contexto de grandes movimientos financieros “no puede ser el mercado el que defina el tipo de cambio” para un país en crecimiento y vendedor de materias primas, como es Argentina.
“El tipo de cambio debe garantizar el proceso de industrialización, y especialmente de lo sectores no tradicionales, alentando la diversificación productiva”, de estas naciones, destacó la titular del BCRA.
Marcó del Pont recordó ante el auditorio las opiniones de varios economistas respecto a la crisis financiera del 2008, que terminó repercutiendo en un quiebre económico que afectó todas las actividades.
La funcionaria advirtió que “todavía no está claro que haya terminado la crisis”, y que antes de que se desatara, en el último trimestre del 2008 “la brecha a favor de la actividad financiera por sobre la productiva se fue ampliando, como así también la de los ricos y los pobres”.
“En Argentina tenemos experiencias en crisis, sobre todo, luego de décadas de valorización financiera, en especial durante los años 90. Por eso estábamos más armados al momento de que esta se produjo”, dijo la funcionaria.
Así “pudimos salir casi indemnes de esa crisis, con escasa destrucción de la economía, merced a las medidas anticíclicas que se adoptaron”, sostuvo Marcó del Pont.
Desde el 2003 “hemos puesto a la actividad productiva, y al mercado interno, en el centro de la economía. Generando políticas de redistribución del ingreso, y de rentabilidad para los sectores transables”, concluyó la titular del Banco Central.