Flora Delfino Kraft es una investigadora del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires que durante tres años estudió la toma de decisiones en el recinto bursátil y la volcó en el libro "Las prácticas en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Entre la ciencia, el juego y la brujería".
En diálogo con Télam, la antropóloga social dijo que la investigación la realizó ente los años 2007 y 2010, "para ver cómo las creencias sociales influían en la toma de decisiones en la Bolsa".
El trabajo previo contempló una presencia activa al recinto de la Bolsa y la visita a oficinas de sociedades de corretajes que operan en la institución.
Concretó 40 entrevistas, asistió a conferencias e hizo cursos con analistas bursátiles.
"Quería experimentar por mí misma cómo era el funcionamiento de la Bolsa y me convertí en una modesta inversora para ver cómo se decide qué hacer en el momento de concretar una inversión", detalló.
Describió que desde la metodología antropológica hizo "observación participante y participación con observación" para ser testigo "de la toma de decisiones".
"Mi objetivo central de investigación fueron la creencias sociales" y su influencia en las elecciones. Ejemplificó que los rumores, terminan "manipulando" las creencias y su contenido culmina formando parte de los gráficos confeccionados por los analistas.
Narró que un socio vitalicio le contó que una vez compró acciones de determinada empresa e hizo correr el rumor de que esos papeles tenían buen rendimiento.
"Ese dato dio la vuelta al recinto y cuando se fijó cuánto costaban advirtió que la cotización se había duplicado. En ese momento vendió las acciones y con el dinero obtenido se compró un departamento", relató la antropóloga.
El rumor fue parte de la estrategia personal de ese inversor que gracias a su prestigio hizo circular una información que terminó beneficiándolo.
En su investigación, la antropóloga clasificó a los partícipes de la Bolsa en tres categorías: los "especialistas", que hacen circular información e interpretan los gráficos de evolución de las acciones; "los no especializados", que son los que participan del mercado de manera general, y los "desentendidos", que son el resto de las personas.
"En general la Bolsa es percibida como un mundo obtuso, oscuro pero al convertirme en inversora minorista pude verificar que mucho de lo que se supone que es manejado a través de una lógica racional, en verdad está impregnado de intuición", afirmó.
Asimismo, citó el caso de una arquitecta inversora en la Bolsa, que en los primeros tiempos obtuvo buenos rendimientos pero que luego, cuando profundizó sus conocimientos en la evolución de las acciones, dejó de tener resultados positivos.
"Cuando alguien analiza y piensa mucho, no se termina de decidir. Cuanto más conocimiento, conspira contra la decisión", dijo la antropóloga.
Al explicar los conceptos de "juego" y "brujería" que incluyó en su investigación, dijo que "el juego tiene que ver con la decisión intuitiva y la brujería se relaciona con un juego de estrategia en el que uno le quiere hacer creer al otro ciertos procedimientos".
Asimismo, la investigadora comprobó que muchas personas, incluso profesionales informados, no tienen en cuenta a la Bolsa como destino de sus inversiones.
"La gente desconfía de los bancos pero sigue depositando en ellos y no ve a la Bolsa como una institución para canalizar sus ahorros", opinó.
A su criterio la Bolsa de Comercio tendría que ser "democratizada" y "abierta" para que las personas la perciban como un lugar donde poder ahorrar.
"Cuantas más personas participen de la Bolsa harán que el mercado sea más grande y no manejado por unos pocos", concluyó.
Fuente: Télam