En este sentido, la producción industrial brasileña de marzo, que se conoció ayer, mostró una caída del 3,3% respecto al mismo mes de 2012 y, en todo el primer trimestre, retrocedió un 0,5% con relación a igual período del año pasado.
Brasil concluyó 2012 con un avance de 0,9% en su PBI que totalizó 1,3 billones de dólares, bien por debajo del pobre 2% que se había puesto como objetivo el gobierno.
Ese fue el peor dato de crecimiento de los últimos 13 años, por detrás solamente del retroceso del 0,3% registrado en 2009, el año más duro de la crisis financiera internacional iniciada en Estados Unidos a mediados de 2007.
La notable mejora que supondría cumplir el objetivo del 3,5% de aumento del Producto en 2013 ha empezado, sin embargo, a encontrar algunos escollos de envergadura en una por ahora leve disparada del ritmo inflacionario que superado la meta oficial del 6% para todo el año, ubicándose ya en el 6,59%.
Este objetivo de retomar la senda de un mayor aumento del PBI también parece chocar con los efectos de la crisis mundial, tal como se refleja en las cifras que arrojan la balanza comercial y la balanza por cuenta corriente en los primeros meses de este año.
El pasado jueves se conocieron los datos del comercio exterior que mostraron el mayor déficit del país desde el año 1959, con 994 millones de dólares en números en rojo, lo cual llevó el resultado de la balanza comercial del primer cuatrimestre a un déficit de 6.150 millones de dólares.
Se trata del peor resultado de las últimas décadas, el cual se agrava si se tiene en cuenta que la balanza por cuenta corriente del primer trimestre de 2013 registró un déficit de 24.858 millones de dólares.
Esta cifra es el doble del déficit del mismo período del año pasado, cuando totalizó 12.062 millones de dólares y todavía más elevado respecto al del primer trimestre de 2011 que alcanzó los 14.631 millones, el más elevado hasta el presente.
El movimiento de capitales negativo tiene un relieve superior al de los intercambios comerciales dentro de este déficit corriente, ya que la remesa de dividendos de las grandes multinacionales arrojó una salida de divisas de 12.700 millones de dólares.
Los analistas señalaron, con buen tino, que esta conducta de las empresas se debe a las necesidades de divisas de las casas centrales o matrices de las empresas para desendeudarse o compensar los malos resultados de sus balances.
Asimismo, a esta salida de capitales se le ha sumado los gastos record de brasileños en el exterior que llegaron a 6.022 millones de dólares en el primer trimestre, debido al fortalecimiento del real a lo largo de los últimos años por el fuerte ingreso de capitales que tuvo Brasil en este período.
En este cuadro, Rousseff estudia ahora una nueva subida de la tasa de interés para combatir el repunte inflacionario.
El mes pasado, la presidenta decidió subir la tasa al 7,5%, un movimiento inverso al camino seguido anteriormente cuando, a diferencia de su antecesor Luiz Inacio "Lula" da Silva, Roussef había bajado el costo del dinero.
De hecho, el Banco Central recortó las tasas de interés en 10 ocasiones consecutivas el año pasado, a fin de ayudar a la presidenta a revivir la ralentizada economía y mantener los índices de desempleo cerca de sus mínimos históricos.
El Banco Central subiría las tasas de interés con más fuerza de lo que se había previsto, en 50 puntos básicos en su reunión de mayo, según una encuesta del ente monetario publicada el lunes pasado.
Pero un nuevo ascenso de la tasa tendería a enfriar la economía, algo que el oficialismo se resiste a hacer aunque, al mismo tiempo, asegura que no va tolerar que siga el incremento de los precios al consumidor.
El mercado evalúa que las tasas de interés terminen este año a un 8,5%, sin variación frente el pronóstico de la semana previa, según un sondeo entre los grandes bancos del sistema.
Fuente: Télam