Los 34 cancilleres abordarán a partir de mañana en la ciudad hondureña de San Pedro Sula la posibilidad de levantar la expulsión de Cuba de la OEA de 1962 por haberse declarado marxista-leninista, cuestión en la que los negociadores aún no lograron consensuar los dos proyectos antagónicos, uno de Estados Unidos y otro de Nicaragua.
Estados Unidos, que propone condicionar la declaración de un eventual reingreso de Cuba al cumplimiento de las cláusulas democráticas del organismo, estudia la posibilidad de avalar un proyecto alternativo, apoyado por al menos 26 países.
El embajador hodureño ante la OEA, Carlos Sosa, explicó que esta propuesta deroga, por un lado, la expulsión de Cuba, y propone, por otro, que en caso de que Cuba desee regresar al organismo, su petición sea manejada por el Consejo Permanente y resuelta en una Asamblea General "acorde con los principios, propósitos, procedimientos y práctica de consenso" del sistema interamericano.
Al respecto, el representante alterno de Estados Unidos ante la OEA, Lewis Amselem, confirmó, según informó la agencia de noticias DPA, que su delegación podría dejar de lado su propuesta y unirse a la que tiene apoyo mayoritario.
No obstante, resaltó que para adherir a esta iniciativa el compromiso democrático de Cuba, si quisiera volver a la OEA, debe estar reflejado en "un documento claro que no necesite explicaciones" y sin "referencias abstractas".
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, había reconocido el lunes que si la Asamblea General se viera obligada a votar esto crearía "perplejidad".
Aunque la propuesta mayoritaria contaría ya con la mayoría de dos tercios, la votación pondría en evidencia las profundas divisiones en el seno de la OEA en momentos en que los países del ALBA cuestionan el sistema interamericano y amenazan con crear una organización alternativa.