El años pasado, Shell hizo el acuerdo con la productora Oxy, luego lo repitió con PAE. Dicha firma provocó que haya un nuevo piso en los valores. Así, el crudo pesado pasó a costar en promedio u$s 47 y el liviano, u$s 53 el barril.
Los nuevos valores se reflejaron en los precios y el incremento de un 10% en dólares del precio del petróleo que se trasladó a los surtidores: se registró un aumento entre 30 a 35 por ciento promedio en los combustibles.
Por estos días, Pluspetrol y Chevron (dos productoras de peso) licitaron ventas de petróleo a entregar hasta fin de año. Se estableció otro 10% de incremento hasta diciembre con lo cual, el barril de crudo pesado costaría para entonces 52 dólares, y el liviano, 57. Según los especialistas, sería “un 21% en dólares en un año, o un 26% en pesos”.
Tanto productores y refinadores coinciden que el incremento dio un respiro al sector de la extracción, porque “con mejores precios hay más dinero para invertir en mejorar la producción, lo que crea empleo”. Y aseguran que el Gobierno no ha participado en estas decisiones.
Mientras que los consumidores son los que notan la suba. Ahoran abonan ya casi $ 5 por la nafta premium, cuando a fin del año pasado estaba en la banda de los 3 pesos por litro. Y a pesar de los aumentos, la demanda sigue creciendo.