La idea era que los integrantes, en su mayoría barrabravas, se financiaran entre todos el viaje a Sudáfrica, y para eso se abrió una cuenta en un banco. Como algunos estaban vinculados comercialmente y otros no tenían los papelitos en regla para abrir una cuenta, hubo que buscar una especie de testaferro, cuenta el sitio Minutouno.com.
Ahí sería donde entra Fariña, el joven de 28 años que pasó de comer pizza con Coca-Cola en enero de este año a comprometerse con Jelinek champagne de por medio en Cancún hace un mes. Hasta el momento en que empezó con las Ferrari y los viajes afuera, él no tenía CUIT, CUIL, o presencia en el directoria de ninguna empresa, señala el portal.
Ese detalle lo hacía el candidato perfecto para ser un fantasma dentro de la organización. El hombre que acusa a Fariña tampoco es de fiar. Es un señor que parece que también tiene un antecedente dudoso. (Diario Uno)