Water superó las expectativas del público al llevar a una nueva dimensión el formato habitual de recitales al aire libre en el país, con un show en el que no escatimó recursos tecnológicos, efectos de sonido, proyecciones de video, cotillón a gran escala y fuegos artificiales.
De este modo, el bajista inglés, de 68 años y uno de los fundadores de la banda Pink Floyd, provocó el estallido de la "The Wall-manía" en Buenos Aires, con un repaso mítico disco que la agrupación británica lanzó en 1979 en el primero de los nueve conciertos que está previsto que realice aquí, antes de partir hacia Brasil.
El recital comenzó a las 21:15 (un cuarto de hora más tarde de lo que estaba anunciado), cuando Waters irrumpió en el escenario vestido con un sobretodo negro de cuero y desató una inmediata ovación de parte del público, en una cálida noche escoltada por una luna llena.
Waters inauguró el concierto con el tema de apertura del disco The Wall, "In the Flesh?", y después de saludar al público y agradecerle por la "bienvenida" al país, dedicó el recital a los "desaparecidos, muertos y torturados" en medio de un aplauso generalizado.
"Buenas noches Buenos Aires, gracias por darnos la bienvenida. Quiero dedicar este show a la memoria de los desaparecidos, muertos y torturados. Los recordamos", expresó el genial artista británico, en castellano, para cautivar aún más a sus seguidores.
Los fanáticos habían quedado en estado de shock desde el inicio mismo del espectáculo, cuando en medio de fuegos artificiales un avión a escala de la Segunda Guerra Mundial cruzó volando el estadio e impactó contra un gigantesco muro de más de 100 metros de largo ubicado en el escenario.
Tras ese explosivo comienzo, Waters y su banda de ocho músicos más cuatro coristas elevaron al público a un estado de completa nirvana, con un show impactante, emotivo y sorprendente de principio a fin, que devolvió hasta el último centavo de la friolera de pesos que algunos espectadores pagaron para ubicarse (sentados) en los sectores preferenciales.
Las entradas para el concierto de esta noche se agotaron, pero según informaron los organizadores, aún quedan localidades en venta para las ocho funciones restantes, previstas para el viernes próximo, el sábado 10, lunes 12, miércoles 14, jueves 15, sábado 17, domingo 18 y martes 20 de marzo.
La "The Wall-manía" que desató Waters con su visita al país generó que se vendieran hasta el momento más de 370 mil boletos y los promotores del show esperan agotar los 400 mil tickets disponibles para la serie de recitales en Buenos Aires, dado que la última presentación será con una configuración del campo con los fanáticos de pie.
El británico desembarcó en Buenos Aires con todo su circo repleto de magia y psicodelia ochentona para repasar aquel disco de 1979 que daría lugar a la película de culto "Pink Floyd The Wall", de 1982, y arrasó con sus canciones de protesta a la multitud que colmó River.
Marizado con claros embates hacia el capitalismo (representado en marcas como Coca Cola, la petrolera Shell o la automotriz Mercedes Benz), el fundamentalismo religioso, las clases dirigentes -en especial, los políticos- y una repulsión permanente a las contiendas bélicas, Waters y compañía regalaron un show inolvidable, de dos horas y cuarto de duración, con un intervalo de 25 minutos.
Temas como "Another brick in the wall", "Is there anybody out there?" o "Comfortably Numb" provocaron delirio en el público, mientras se terminaba de construir el muro ubicado en el escenario, para luego caer destrozado y convertido en escombros al final del show.
Acompañado de manera impecable por el vocalista y guitarrista Dave Kilminster, en el rol de su socio fundador de Pink Floyd, David Gilmour, Waters dejó en claro por qué es, además de bajista, compositor y productor, uno de los artistas más laureados y aclamados de la modernidad.
Sus nueve presentaciones del músico británico en Argentina marcarán un antes y un después en la historia de los recitales en el país, al superar en cantidad de fechas los cinco shows de los Rolling Stones en 1995 en River y los seis conciertos de Soda Stereo en 2007, en el mismo estadio, y sobre todo por su espectacularidad.
La llegada del músico inglés al país se produjo en un momento sensible por el reclamo argentino de soberanía sobre las islas Malvinas, al cumplirse 30 años de aquella guerra impulsada por el gobierno de facto nacional contra Gran Bretaña.
La polémica involucró incluso a Waters, quien antes de pisar Buenos Aires expresó que "las Malvinas deberían ser argentinas" en una entrevista televisiva en Chile, aunque luego dijo que sus declaraciones habían sido quitadas de contexto.
El músico, de todos modos, pasó por alto el asunto durante su presentación en River, sólo recordó a los "desaparecidos" y se despidió del público prometiendo que volverá. Claro, aún tiene por delante ocho recitales más en el mismo escenario.
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