En el encuentro, Maggiori presentó el primer volumen de los diarios de Piglia, a quien conoce hace muchos años: "En enero del 97 me encontré con Ricardo en un hotel de la calle Lexington en Manhattan; él venía de Princeton para dar una conferencia. Yo había ganado un premio por un cuento y me había ido de viaje".
"Recuerdo haber caminado un trecho largo por las calles nevadas porque me había pasado de estación en el subte; estaba mal dormido, mal comido, mi aspecto era zaparrastroso; recuerdo llegar al hotel, subir a la habitación, y que me invitaron un café. No hablamos de literatura durante ese rato, pero cuando nos estábamos despidiendo, le di una carpeta con mis cuentos que Ricardo aceptó resignadamente", recordó el escritor.
Y sostuvo que, entonces, "me dijo algo que no venía a cuento de nada de lo que estábamos hablando, pero que me quedó en la cabeza. Me dijo que la literatura a veces podía ser tan o más adictiva que las drogas -supongo que me dio un consejo que en ese momento dejé pasar-, pero lo cierto es que con el tiempo empecé a desarrollar cierta dependencia por algunos autores de algunos libros".
Como decía Borges, apuntó el escritor, "si a un clásico se lo aborda con un previo fervor, siempre se lo deja de leer en un estado de abstinencia; eso me pasa con todos los libros de Ricardo, siento que me están devolviendo a la aridez de la realidad".
En los diarios, definió Maggiori, "se trata de pensar la indecisión que provoca el temor de perderse entre los pliegues de lo que es la ficción y la realidad, o sea volverse loco. Esa es la tensión que uno percibe al leer los diarios. Acá está en esencia lo que es para mí el arte y el oficio de escribir".
En diálogo con Télam, Roberto Jacoby, que actúa en el documental, sostuvo que le gustó el planteo de la película, "porque no es ilustrativo ni declarativo, como los de cierto tipo de documentales donde aparecen las cabezas de las personas hablando del protagonista, contando anécdotas, me parece que esto busca más bien descomponer la historia".
"La idea del director no era que yo hablara de Ricardo, sino hacer tomas conmigo que tuvieran que ver con lo que yo estaba haciendo, que no necesite explicar por qué hay una relación con Ricardo, que se note a partir de lo que se ve y se oye", explicó el artista.
Y dijo que "siempre se habla de cómo Ricardo utiliza la teoría como parte de su novelística, pero a mí, aparte de estos diarios que hasta ahora sólo leí partes, me impactó 'El camino de Ida', es apasionante, llegó a un punto donde todo lo que siempre ha hecho entra de manera natural; no es tanto la metaliteratura, sino la literatura que absorbe todo lo demás".
Alan Pauls, por su parte, dijo que los diarios "son el texto de Ricardo más esperado; es muy interesante lo que hizo, porque no están publicados tal como fueron escritos, sino que, como buen Ricardo Piglia que es, decidió hacer un trabajo de relectura sobre un propio archivo increíblemente largo. Son 50 años, no se si hay un diario así en la literatura contemporánea".
Según el escritor, Piglia "hizo un trabajo de reedición del diario, lo ordenó en función de series que le interesan particularmente; lo intercaló con pequeñas prosas y relatos que ya tienen una forma muy literaria; no sólo es un material que tiene un valor documental, sino que hay un trabajo desde el presente".
"Lo que uno ve es el laboratorio de un escritor, hay muy poca expresividad personal, es como una especie de narrador puro, un Piglia genial. Ricardo siempre fue muy borgeano en ese sentido, nunca creyó en la espontaneidad, siempre le interesó intervenir en todo lo que hace, lo que percibe, lo que ha escrito".
Y Fabián Casas afirmó que Piglia "es como John Lennon. Somos una generación que creció escuchando su voz en relatos, ficciones, ensayos y en su teoría, que es como su poesía".
Fuente: Télam
