El caso que incluso tuvo eco en el diario británico The Guardian, donde ayer, bajo el título "Re-trabajar Borges es un experimento legítimo, no es un crimen", el crítico argentino Fernando Sdrigotti denunció que "el problema real no es la integridad literaria sino el valor financiero" y advirtió que "las implicaciones de poner a los escritores en los tribunales por actos creativos son escalofriantes".
Entre quienes apoya este ejercicio literario -también defendido en la página de Facebook Apoyo a Katchadjian- se encuentran las escritoras Silvia Molloy, Josefina Licitra, Tamara Kamenszain y Gabriela Cabezón Cámara; la directora del Museo del Libro y de la Lengua, María Pía López; la directora de Fundación PROA, Adriana Rosenberg; el poeta Mario Ortiz, el escritor Alan Pauls y los artistas plásticos Roberto Jacoby y Osías Yanov.
El juez de instrucción Guillermo Carvajal trabó un embargo de 80 mil pesos sobre los bienes de Katchadjian y sostuvo que el libro es una 'copia' de la obra de Borges, a la que se le "intercalaron palabras, frases y oraciones completas, sin ninguna diferenciación en su impresión".
Kodama había obtenido fallos adversos en esta causa, hasta que la Cámara de Casación revocó el sobreseimiento y mandó dictar un nuevo fallo, llamando la atención en cuanto a que "se ha editado, vendido o reproducido en una edición gráfica una obra publicada sin autorización de su autor o derechohabiente", es decir, persona cuyos derechos derivan de otra.
Asimismo, el magistrado calificó el hecho como una violación a los derechos de autor, protegidos por la denominada Ley de Propiedad Intelectual.
Katchadjian, miembro de una generación de autores nacidos entre los 70 y 80 que renovó la tradición literaria local, publicó novelas como Gracias en el sello independiente Blatt & Ríos o Qué hacer, publicada por Bajo la luna; y es creador de libros que proponen la deconstrucción de modelos narrativos canónicos, como El Martín Fierro ordenado alfabéticamente.
Fuente: Télam