Catamarca
Miercoles 24 de Abril de 2024
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Adiós al capitalismo

En Adiós al capitalismo. Autonomía, sociedad del buen vivir y multiplicidad de mundos, el economista y ensayista francés Jerome Baschet, radicado hace más de quince años en Chiapas, explora una alternativa a los modelos de organización social contemporáneos fundada en su propia experiencia con los zapatistas y el estudio de diversas posibilidades altermundistas.
El libro, publicado por la flamante editorial Futuro Anterior, es el segundo de la serie que abrió el también ensayista argentino Esteban Rodríguez Alzueta.

Baschet es investigador de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS) y de la Universidad Autónoma de Chiapas. Estuvo unos días en la Argentina, donde dictó un seminario y presentó su libro.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T: Usted dice que existe una base material de la sociedad poscapitalista. ¿Podría ampliar ese concepto?
B: En los años recientes, se ha dicho que existe, en las formas de producción y comunicación basadas en la revolución digital, una fuerza que entra en contradicción con las lógicas capitalistas de apropiación para la ganancia. Todo lo que asume una forma digital, software, conocimiento, producciones audiovisuales, etcétera, puede multiplicarse y compartirse sin límites. Eso orienta hacia formas de producción cooperativas y abre posibilidades de difusión gratuita. Algunos autores, como Hardt y Negri, han hecho de esos procesos la fuerza viva del trabajo cognitivo que aspira a liberarse del parasitismo del capital. Sin embargo, los seres humanos no vivimos solamente de software y demás producciones inmateriales. Hablando de base material, creo que sería más pertinente subrayar que la capacidad productiva a nivel mundial ya alcanzó niveles suficientes para alimentar correctamente a toda la humanidad y cubrir nuestras necesidades fundamentales.

El problema es una repartición sumamente desigual, en especial con carencias alimentarias en el Sur y sobreconsumo y desperdicio en la cadena de distribución agro-industrial, en el Norte (y el Norte del Sur). Otra cuestión es que las formas más avanzadas del capitalismo nos llevan a un exceso en la cantidad de bienes acumulados y también un exceso en la complejidad tanto de las mercancías producidas (cada vez más concebidas para llegar a una rápida obsolescencia, provocando montañas de desechos de todo tipo) como del modelo de producción y distribución (llegando al absurdo de transportar de un lado para otro del globo bienes que antes se producían localmente, con efectos agravantes en términos de contaminación y acentuación del cambio climático). Una sociedad poscapitalista sería, en primer lugar, una sociedad liberada de la compulsión productivista del capitalismo, que necesita producir para la ganancia y a veces, producir para producir, solamente porque los equilibrios macro-económicos no pueden mantenerse sin crecimiento. Decir esto, no implica plantear que volvamos a la prehistoria, como se dice a veces, pues muchas tecnologías pueden considerarse como pertinentes para la humanidad. Pero en una organización poscapitalista menos especializada y con un mayor grado de simplicidad, una parte importante del aparato de producción de bienes y servicios podría desmantelarse, para eliminar sectores que esa mayor simplicidad haría inútiles así como otros que son francamente dañinos para la salud y la vida humana y no humana.


Fuente: Télam

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