"Pero cuando las circunstancias de la pobreza, la falta de educación y otros ingredientes hacen que al niño no se le dé esta protección (en su medio familiar), el Estado se tiene que hacer cargo, pero con humanidad, que era lo que faltaba" antes, dijo.
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, protagonista de la lucha por la sanción de esta ley, recordó que "antes los institutos eran verdaderos aguantaderos de niños maltratados que en vez de salir mejor salían peor", mientras que "hoy el chico tiene más condiciones de inserción en la sociedad o en sus propias familias" por la protección que le ofrece el Estado, concluyó.
Por otro lado, Carlotto destacó la creciente intolerancia social a la violación de derechos cuando ésta tiene a los niños como víctimas, en el marco del nuevo paradigma consagrado por esta ley que entiende a los chicos como sujetos de derecho -y ya no como objetos de tutela- y hace responsable al Estado pero también a las organizaciones de la sociedad civil y a toda la comunidad de su protección.
"Yo fui directora de una escuela primaria en La Plata donde venían unos chiquitos de institutos de menores y recuerdo haberlos visto venir con lesiones físicas espantosas porque los celadores los maltrataban. Sabíamos todas esas irregularidades pero había una inercia de conformismo que por suerte desaparece próximos al siglo XXI", dijo.
"Hoy estamos todos vigilantes, no sólo los organismos para proteger a la infancia de situación de abuso o maltrato y eso es muy valorable. Lo mejor que podemos hacer es comprometernos desde el lugar en que estemos a cuidar a los niños, lo que no significa ser delatores, porque eso es feo, sino ver y vigilar si ese niño en esa familia es maltratado o si el Estado como sustituto lo maltrata", concluyó.
Fuente: Télam