En el transcurso de su homilía, el prelado emérito recordó su etapa preparatoria desde que ingresó al Seminario Menor, el 4 de marzo de 1946, hasta que recibió el ministerio sacerdotal. Sobre esta especial consagración destacó que “junto con el Bautismo y la Confirmación, la ordenación sacerdotal es sello verdaderamente confirmatorio de lo que Dios hace”, a través de “la acción transformadora del Espíritu Santo, que hace de un gringo de la chacra otro Cristo, esa transformación tan profunda que nada ni nadie la puede borrar”.
Una vida marcada por María
Enfatizando en su fervor mariano, Mons. Miani comentó que su vida “tanto de seminarista como de sacerdote fue junto a María, la Virgen. Mi primer año en el Menor junto a Nuestra Señora del Rosario, luego en el Seminario Mayor, la Virgen de Loreto, y el día de mi ordenación sacerdotal fue a los pies de la Virgen del Rosario del Milagro, al igual que mi consagración episcopal. Soy consciente que María actuó como Madre. Fue una Madre, la reconozco como Madre. Quiero que Ella me cuide hasta último momento y que como Madre me venga a buscar”.
“Tengo la confianza plena de que María, la Madre, nos llevará para estar con Ella, para estar con Jesús; como ya quiso que estuviéramos con El por el misterio de la gracia, por el misterio de los sacramentos”, dijo.
Acción de gracias
En otro tramo de su predicación, agradeció “a los que me acompañaron, a aquellos que hicieron que llegase a estos 50 años. Pensar que casi no llegamos, pero se ve que Dios lo quiso así. Soy consciente que muchos me han acompañado en la vida.... Doy gracias a mis padres, a mis hermanos, a innumerables amigos a lo largo de la vida, religiosas de distintas congregaciones que me acompañaron, que siempre fueron un puntal, a todos, gracias, que el Señor y María los recompensen”.
Alabanza
En este año de gracias muy especiales por cumplir sus 50 años de sacerdote y 25 de obispo, Mons. Elmer dijo emocionado: “Me quiero unir en esta alabanza ya que Jesús ha querido ponerse en mis manos, tantas veces, durante 50 años. Qué otra cosa puedo hacer que manifestar alabanza: ¡Gloria a Ti, Señor!”. Por todo esto “estoy contento de vivir, ya que el Señor me está dando la gracia de vivir y celebrar”.
Por último, mencionó la participación de Mons. Urbanč en el Sínodo de Obispos en Roma, junto a otros dos Obispos de la Argentina. En este sentido, pidió que “nos unamos como Iglesia en la oración para que el Sínodo sea un paso adelante en el camino de la Iglesia”.