Daneri vivió en España, y desde su regreso al país, en 1984, escribió en cantidad de medios. En la actualidad, es columnista del diario Tiempo Argentino.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
- T: ¿Por qué en Italia siempre han estado tan estrechamente ligadas la literatura y la historia, así como el cine, la ópera, la arquitectura y otras disciplinas?
- D: Son dimensiones que se cruzan cuando el escritor sigue el principio de Humboldt: una lengua es la expresión de la visión de un mundo, y al rescatarla, es forzoso clarificar desde qué lugar se escribe; qué época, bajo qué eventos políticos y sociales, para así revalorizar cuanto refleje una identidad personal y nacional.
¿Cómo? Por el deseo de José Martí: "Ser cultos para ser libres". Porque sabiendo lo que ocurrió en un momento histórico, comprendemos mejor la razón por la que un autor escribió ese libro. No sólo relato la influencia de Verga, Pirandello, Marotta, Moravia, Pratolini, Vittorini, Bassani, Lampedusa, Pasolini, sino lo vigente que está la cárcel sufrida por Malaparte o Quasimodo.
Hoy acabó la prosperidad en el mundo desarrollado. ¿Cuál es el objetivo que una sociedad puede plantearse sin romperse? ¿Adaptarse a la no inclusión? ¿O luchar por un nuevo contrato social, como hace la Argentina desde 2003?
- T: Llama la atención la ausencia en su libro de Gesualdo Bufalino, Valerio Magrelli, Erri De Luca y Carlo Emilio Gadda? ¿Obedecen esas ausencias a alguna razón?
- D: Ninguna en particular. Algunos de los que menciona son autores novedosos pero en las 400 páginas del libro no había espacio para otros. Elegí estos diecisiete pues marcaron mi juventud. Y sospecho que su obra sobrevive en perenne actualidad. Y algo los une: a casi todos les irritaba la insolvencia de los más frente a la saciedad de los menos. Para pensar el presente debemos leerlos como coetáneos. No sólo testificaron sobre su tiempo: fueron guardianes de la lengua.
Y me agrada que fuesen utópicos. Incluso los filmes originados en sus obras reflejan que seguían a Tolstoi, para quien el arte es "el medio por el cual uno entrega sus sentimientos para que los demás los experimenten". Quiero creer que pensaban no en una segregada sociedad de individuos sino en una comunidad de iguales.
"Negri es hoy un oportunista y la religiosidad de Vattimo no tiene fieles"..- T: ¿Por qué no existe una novela que cuente la década del 68 al 78 del siglo pasado? Ese terreno los escritores se lo han dejado a Toni Negri, Paolo Virno, Giorgio Agamben, Gianni Vattimo…
- D: El mundo cambió: Negri es hoy un oportunista y la religiosidad de Vattimo no tiene fieles. Pasolini, asesinado en 1975, dejó una obra enorme sobre esa década. La empezó con su novela Teorema (1968), que revolucionó al mundo. Desde ese año, mitificó a los jóvenes como fuerza incontaminada (aunque se burló de los burgueses hijos de papá), y al ser un rebelde, volvió a escribir su tiempo con poesía, teatro y polémicas. Pensando que el cine requiere la cadencia de la novela, hizo filmes alegóricos sobre la realidad ("Edipo Rey", "Porcile", "Medea", para terminar con la novela que ambicionaba, "Petróleo".
- T: Sciascia quizá sea el epítome de una época, la posguerra, en la cual la historia no arrasa con la calidad de los textos, que es lo que suele suceder con la llamada ficción histórica.
- D: La ficción histórica está presente en casi toda la narrativa. Uno escribe a partir de lo que conoce. Por supuesto, puede elegir hacerlo como Paul Valèry, para quien "el arte por el arte" es todo. La ficción histórica no arrasa con la calidad del texto cuando el autor logra, como pide Tucídides, armar a un personaje con verdades y no con teorías. Pensemos en Malaparte recorriendo Europa para escribir sus libros sobre la guerra.
Devoto de Pirandello, Sciascia denuncia en su primera novela los defectos de las escuelas en Sicilia (era maestro), y se expande, pues hereda de Balzac la concepción cíclica para luego tomar de Proust la "memoria involuntaria", movimiento de ida y vuelta hacia el pasado. Así decide proseguir con ficciones históricas sobre el poder religioso, el fascismo, la mafia y la política.
Advierte que la mafia actúa cuando hay un vacío de poder. Pero sabe, con Stendhal, que sólo las novelas cuentan la verdad sobre los poderosos. Lo mismo, acoto, hizo Vittorini.
- T: Las obras de Antonioni, De Sica, Fellini, Bellochio, Bertolucci, Ferreri, supieron poner en escena la Italia que ocupa parte de su libro. Pero el cine italiano hoy parece estar afectado por un déficit de "representación social". ¿Su opinión?
- D: El cine italiano actual, con excepciones (Pupi Avati y ciertos napolitanos) es muy comercial. Su "representación social" reivindica el consumo. Antonioni plasmó sutil la incomunicación de Pavese; por eso filmó "Las amigas", basado en una de sus novelas.
De Sica fue el máximo cineasta de los sentimientos, si bien no exentos de denuncia. Fellini era un fabulador y no fue superado. Bellochio reveló la represión sexual y familiar. Visconti fue un genio sociológico.
Bolognini ha sido un puntillista que usó a los escritores para realizar filmes únicos. Pontecorvo fue un implacable fiscal. Ferreri desafió al poder y reivindicó al Rimbaud que preconizaba "el desarreglo de todos los sentidos".
Fuente: Télam
