Y señala: "La tarea, a pesar de no ser fácil, se convirtió en un juego enriquecedor. Cualquier pensamiento, por importante y complejo que fuera, tenía que ser condensado en una frase de 140 caracteres, menos sí, pero ni uno más".
"A las frases -continúa-, por su implacable impersonalidad, las llamé Metaforismos. Escarbé en antologías de refranes de todos los países, y transformándolos o desviándolos hacia significados psicológicos, los llamé Psicoproverbios".
"Los más difícil de todo -cuando tuve que entablar el diálogo y me bombardearon con preguntas sobre problemas personales- fue condensar los actos de psicomagia en tan pocas palabras", dice el escritor, cineasta, dramaturgo, poeta, compositor y creador de una técnica terapéutica llamada psicomagia.
Dividido en tres capítulos, uno conformado por una selección de aproximadamente 3 mil tweets ("Metaforismos y Psicoproverbios"), otro dedicado a responder consultas de usuarios ("Preguntas y respuestas"), y otro integrado por reflexiones con los hexagramas del mítico I Ching ("Poesofía"), el libro apunta a la sanación personal, comenzando por una base: el nombre.
El autor de "El Topo" dice: "Una de las tareas más grandes que tiene quien desea liberarse de los límites espirituales que le ha impuesto la familia, la sociedad y la cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos imprimen esa necesaria etiqueta, nombre y apellido, que se van infiltrando en el alma hasta que se convierten en nuestro tiránico doble".
Y continúa: "Luchamos por hacernos un nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos desaparecer. El nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus calidades y errores, nos clasifica en una nacionalidad, en una clase social, especifica nuestro sexo, es como un cofre poderoso que contiene lo mucho o poco que somos".
Finalmente, el autor de "Yo, el tarot", afirma: "Si queremos domar a nuestro ego, desarrollar nuestra conciencia y despertar el ser esencial que somos, lo primero que tenemos que hacer es luchar con el nombre para impedir que nos domine y, respetándolo, transformarlo".
Según el artista y terapeuta, cada uno debe lograr elevar su propio nombre, expulsando la idea de que valorarse es un delirio del ego, sino que, por el contrario, despreciarse es el verdadero delirio, y comprendiendo que esa actividad es un paso esencial para entrar en la vía del desarrollo de la Conciencia. Por eso exclama: "¡Todos los nombres son sagrados!".
La dominación del ego -no su aniquilación-, y la generación de conciencia son dos puntos importantes que giran en todo el libro. Por eso, entre las primeras frases que se encuentran, figuran: "Cuanto más esfuerzos haces para liberarte de tu ego, más crece. No es él quien te encadena, eres tú quien lo cultiva". Y más adelante: "El universo nos ha ofrecido una preciosa finalidad: ser creadores de conciencia".
Alejandro Jodorowsky nació en Tocopilla, Chile, en 1929, y se nacionalizó francés en 1980. Es novelista, dramaturgo, poeta, ensayista, director teatral, cineasta, actor, mimo, marionetista, compositor de bandas sonoras, escultor, pintor, escenógrafo, guionista de cómics, dibujante, instructor del tarot y psicoterapeuta.
Es, además, creador de la Psicomagia, una técnica terapéutica que conjuga los ritos chamánicos, el teatro y el psicoanálisis, intentando provocar en el paciente una catarsis de curación.
En el libro, y acaso en toda su obra, Jodorowsky propone una resignificación del concepto de enfermedad.
"El arte de sanar -dice- procede a despertar en el consultante sus íntimos valores espirituales, no considerándolo enfermo, sino un ser esencialmente sano, invadido por órdenes de ser lo que no es y prohibiciones de ser lo que es, que le han sido injertadas mayormente en la infancia".
Fuente: Télam