Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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Almudena Grandes y la cuestión moral del escritor

"El Estado español no ha hecho el menor gesto de gratitud por esa gente que arriesgó su vida y perdió su libertad en una lucha cuyos beneficiarios somos nosotros, por eso se los agradezco yo", dijo la escritora española Almudena Grandes en relación a "Episodios de una guerra interminable", una saga antifranquista de seis novelas.
Almudena (Madrid, 1960) llegó a Buenos Aires en la primera escala de su breve gira por el Cono Sur. Vino a estar cara a cara con sus lectores en una serie de encuentros abiertos organizados por la editorial Tusquets.

Por estos días, Almudena está abocada a "Episodios de una guerra interminable", seis novelas con historias de su país y luchadores antifranquistas como protagonistas. El amor, los desencuentros, la infancia y la juventud y las ansias de libertad son las claves de la serie situada en el inicio del aperturismo (1939-1964).

De esta saga, bautizada así por los "Episodios Nacionales" de Benito Pérez Galdós, un autor por el que Grandes siente devoción, ya se publicaron "Inés y la alegría" y "El lector de Julio Verne" (Tusquets). Restan "Las tres bodas de Manolita"; "Los pacientes del doctor García", "La madre de Frankenstein" y "Mariano en el Bidasoa".

"Una tarea titánica y un desafío: Tengo trabajo hasta 2020", bromea en una entrevista con Télam.

Tras finalizar la novela de mil páginas "El corazón helado" (2007), Grandes confiesa: "quedé exhausta y perpleja. Se me ocurrió una serie para usar historias que descubrí mientras me enganchaba con los sucesos recientes de mi país. Las coleccionaba, las leía, preguntaba, entraba en foros, las escribía en un cuaderno hasta que decidí escribir novelas. Y sentí mucha paz".

"Con este proyecto logré unir dos intereses. En primer lugar, soy escritora y mi obligación es escribir buenos libros. Me di cuenta que los españoles vivimos sobre un filón inmenso de historias desconocidas. Pisamos encima de la memoria de héroes fabulosos, de aventuras increíbles, eso literariamente es muy tentador", cuenta.

"Pero también es satisfacer un impulso moral -define-, decirles a los lectores: ´en este país pasó esto y tú vives como vives gracias a que muchos lucharon por ti´".

"Los españoles tenemos mucho que agradecer a quienes arriesgaron su vida, perdieron su libertad y su bienestar en una lucha cuyos beneficiarios somos nosotros. Es un reto donde confluyen impulsos literarios, políticos y morales", expresó.

Para novelar hechos y personajes históricos, Almudena sostiene que se debe tener "la proporción adecuada entre libertad y lealtad con la realidad, sin manipular. Un desafío delicado y una especie de tensión íntima".

La razón de un proyecto de tal envergadura, rescate y toma de posición es que Grandes se define "como una persona del siglo XX". "Mi educación sentimental, mi formación literaria, moral y política son de un siglo, marcado por la intensidad. Mi tradición es esa, soy una persona muy politizada, comprometida, y en los 13 años que llevamos del XXI la situación es totalmente distinta".

El mundo, dice, "camina en una dirección que no me gusta, que no comprendo. Es un siglo muy indolente y pasivo, hay mucha indiferencia por lo que puede pasarle a los demás, no son tiempos solidarios, son individualistas y que están marcados por la ausencia de ilusiones colectivas".

Y eso, opina Almudena, se refleja en la literatura: "Escribir es mirar al mundo y tomar posición frente a la realidad y la gente que escribe mirándose al ombligo es cada vez más".

Refiriéndose a la Argentina, la autora recuerda: "Uno de los momentos más emocionantes de mi vida fue cuando vine a la Feria del Libro en 2010 y no sabía a lo que me enfrentaba, fue un encuentro tan brutal, con tanta gente y cariño. Sabía que tenía lectores, pero en esa feria me sentí en casa. Es una relación muy privilegiada", dice sonriente.

Entre las historias de Argentina y España hay una "fibra común", dice. "Hemos pasado por experiencias semejantes. El exilio, las dictaduras, lo que implica una represión feroz, la reacción de la sociedad civil, cómo se arrastran los silencios y las culpas de generación en generación. Históricamente -por desgracia- la intensidad acaba siendo un sinónimo de sufrimiento".

Grandes también repara en la ingeniería emocional que ofrece al lector con la construcción de sus personajes. Desde su primer éxito, "Las edades de Lulú" (1989), un hito en la novelística erótica en español, Almudena comprende que "el sentido mágico de la literatura es que hay libros que cuentan tu vida y no tienen nada que ver con vos. Es un proceso mágico y no sé cómo sale".

En un momento donde lo erótico es bestseller, ella no piensa en volver a ese género que la catapultó a la fama: "´Las sombras de Grey´ es literatura erótica adaptada al espíritu de los tiempos, vivimos un siglo donde la gente es mucho menos culta que antes, con modelos cada vez más simplistas. Escribir otra novela erótica, no, y menos leyendo esto donde Grey es un corderito con fusta".

Su disciplina para escribir es "prusiana", revela. Ella pasa un año pensando en la estructura de un libro gracias a "esa" primera imagen que se presenta ante sus ojos o en su mente, sea una mujer con tapado blanco en un cementerio o las piernas de un niño más petiso de lo normal que cuelgan mientras escribe a máquina.

"Empiezo una novela mucho antes de poner la primera palabra. Hago un resumen, cronologías, historias de los personajes por separado, luego las mezclo y al final hago una estructura, que es lo fundamental. Las crisis -afirma- las paso en el cuaderno que es mucho mejor que pasarlas escribiendo".

Almudena es una "arquitecta" que construye novelas como casas, "por eso la estructura tiene un valor expresivo. No es crear una atmósfera o personajes, es dosificar la emoción del lector, decidir cuándo descubre algo o si tiene que saber más que el protagonista. Cada libro es una pieza artesanal".

Entonces, resume, "aprendí que los lectores son muy importantes, sólo un escritor que tiene lectores es libre porque permiten escribir lo que da la gana, no lo que quisieran los editores. Pero cuando escribo procuro pensar sólo en una lectora, la más exigente y despiadada: yo".

Fuente: Télam

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