Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Analizar tiene que ser un acto de humildad suprema

En ¿Qué significa analizar? Estéticas de la interpretación, el psicoanalista Ignacio Iglesias desmenuza el concepto de interpretación en su práctica, y sitúa con precisión -para pensar la primera- a la resistencia: en un análisis habrá resistencia o no será un análisis.
El libro, publicado por la editorial Letra Viva en la colección Animalia, lleva un prólogo del también psicoanalista y escritor Luciano Lutereau.

Iglesias Colillas es licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA); becario de Doctorado UBACyT, docente y miembro del Foro Analítico del Río de la Plata (FARP)

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : En principio, ¿qué significa analizar?, ¿por qué no es obvio, por que no está claro?
I : Este libro pretende recuperar la dimensión del preguntar. Creo que uno de los indicios principales que muestran que ¿qué significa analizar? es una pregunta que hay que volver a hacerse, es la fragmentación dentro del discurso psicoanalítico. Como ya lo había advertido Freud, las resistencias más virulentas al psicoanálisis suelen ser los mismos analistas. No solo se puede decir que no habría acuerdo sobre una posible respuesta entre un freudiano, un kleiniano y un lacaniano, sino que puedo decir que dentro del lacanismo mismo no hay demasiado acuerdo sobre algunos aspectos para mí fundamentales de la práctica del análisis. Una de las preocupaciones que me impulsó a reunir esta serie de ensayos es la disociación que hay entre lo que los analistas decimos y lo que hacemos cn los pacientes. Para mí, preguntar qué significa analizar es preguntarse sobre los fundamentos de nuestra práctica, sobre el método de trabajo clínico. Yo confío plenamente en el método psicoanalítico en primer lugar por lo que hizo conmigo -y lo que hice con él-, y en segundo, por lo que puede ofrecerle a algunas personas, no a todas, que tienen ganas de encontrarse con lo verdadero de cada uno, con su singularidad. Y este proceso lleva inevitablemente a un vacío, a un lugar o momento en el cual uno se queda sin referencias. Pero con suerte se pierden las referencias ajenas, y este movimiento abre el paso a la creación y a la invención de sí. A esto lo llamo libertad. Según qué noción tengamos sobre este término produciremos distintos perfiles de pacientes. Los límites de lo que entendemos o creemos entender por subjetividad están predeterminados por nuestras posiciones teóricas. Y si lo inconsciente no es un dato empírico sino una dimensión discursiva que sólo se produce si el clínico adopta determinada posición -la atención flotante- no me parece que sean preguntas fácilmente desechables. Sabemos que la rigidez teórica no hace más que denunciar los puntos ciegos, las defensas no explicitadas de los analistas. Por qué no está claro, es una pregunta sumamente compleja. Lo primero que se me viene a la cabeza es lo difícil que es soportar la incertidumbre, el no saber, que a mi criterio es lo esencial de la posición analítica, como bien lo decía Winnicott. Supongo, por otro lado, que lo que hacemos es algo vivo; la clínica es algo vivo, algo que está en permanente movimiento, y eso hace que nunca podamos atraparla del todo, nunca podemos decir aquí está, esto es analizar. Pero sí podemos intentar ser más rigurosos y mucho más humildes. Humildad: nunca alcanzamos una respuesta definitiva sobre el sufrimiento, el ser y la existencia del humano. Es más sano admitir que no tenemos mucha idea, o yo al menos no la tengo. Y humildad: esa cualidad es la que abre el espacio de la escucha. Analizar tiene que ser un acto de humildad suprema.

T : Lutereau insiste que si se pierde la lógica de la interpretación, es fácil caer en un delirio o el misticismo. ¿Cómo pensarlo cuando subtitulás estéticas de la interpretación?
I : Es cierto, Lutereau insiste en ese punto. Lo que comparto es la idea que lo que hacemos tiene que tener una lógica, y la lógica de la interpretación sólo adquiere sentido en el proceso de un análisis. Quizás esta es otra palabra que habría que reanimar, proceso. Sin esta palabra no entiendo cómo pensar el concepto de entrevistas preliminares, o neurosis de transferencia. En el libro no los cito, pero fueron los Ortigues quienes me hicieron reflexionar sobre la importancia de las primeras palabras, los silencios y el modo en que devolvemos algo al posible paciente en las primeras entrevistas, muy especialmente en la primera. Analizarse tiene que ser una posibilidad a elegir, algo que suscite el deseo del paciente. Por supuesto, esto nunca sucede sin obstáculos, y cuando no aparecen obstáculos es cuando eso mismo es el obstáculo, porque no hay análisis sin resistencias. O al revés: si no hay resistencias es que no está habiendo análisis. La idea de estéticas de la interpretación me la sugirió Luciano y la tomé con gusto. Usamos estética en el sentido kantiano, y en el libro sirve para acercarnos a los modos de la interpretación, al cómo de la interpretación. Consideré que preguntarse qué es la o las interpretaciones termina siendo un obstáculo, porque la interpretación no sólo que no existe, sino que interpretación siempre es un fenómeno de significación retroactiva. La temporalidad retroactiva es uno de los núcleos que definen al inconsciente. En este contexto, estética es lo contrario al sentido común que puede sobrecargar semánticamente esa palabra.

T : Las sesiones de Lacan eran cortas. Después, se hizo costumbre. ¿Cómo afecta, si es que afecta, a la idea, a la práctica de la interpretación?
I : Es una excelente pregunta. Lo que afecta al psicoanálisis como praxis es exactamente eso, la costumbre. La costumbre puede ser una respuesta inconsciente -una defensa- ante la incomodidad del acontecimiento interpretativo, que tiene como condición de posibilidad la docta ignorancia, la indeterminación, la incertidumbre. Hay que recordar que dirigimos las curas, no a los pacientes. Y la práctica del análisis se vale entre otros recursos de la interpretación, por supuesto que hacer de la sesión de análisis una estereotipia, sea corta o larga, sin dudas afecta a todo. Como señalás, lo que se ha adoptado como costumbre, que la sesión sea corta, es a mi criterio un atentado contra la subjetividad del paciente. Si bien es cierto que Lacan terminó haciendo sesiones cortas, lo que leí en su enseñanza y lo que viví cuando fui analizado por primera vez, es que la sesión debe ser de tiempo variable, no sistemáticamente corta. Por otro lado, hacer como hacía Lacan, es decir, imitarlo, es omitir un detalle: nadie es Lacan. Hagan como yo. No me imiten, creo que decía. Cortar la sesión en determinado punto del discurso es una excelente intervención, para algunos pacientes y en determinados momentos de la cura, no para todos, siempre.

T : Si hay neurosis porque hablamos, ¿la interpretación analítica pretende algo más que una rectificación subjetiva? Si así fuera, ¿qué es lo que pretende?
I : Depende qué se entienda por rectificación subjetiva. Creo que ese concepto refiere a las entrevistas preliminares, en sentido restringido. En un sentido amplio, se puede decir que todo análisis consiste en sucesivas rectificaciones subjetivas, ya que entre otras cosas, lo que va sucediendo es que somos cada vez más responsables de nuestras vidas, sufrimiento y limitaciones incluidas. La entrada en análisis adviene cuando el paciente puede formularse alguna pregunta-síntoma, y así deviene analizante. Muchas veces es una interpretación lo que termina de desencadenar un análisis. La verdad, no sé si puedo dar una respuesta sobre las pretensiones de la interpretación. Al inicio, lo que las interpretaciones pretenden, como mínimo, es lograr el emplazamiento de lo inconsciente. También -se me ocurre ahora- el modo en que el analista está presente, funciona como interpretación, que queda del lado del paciente, y que no puede escapar de hacer alguna sobre la x que representa el deseo del analista. Es un deseo enigmático, vacío, pero portador de una convicción, fe, certeza: que lo inconsciente va a aparecer, no siempre como lo esperábamos. Si aparece, lo hace como sorpresa, para paciente y analista. Los analistas que nunca se cuestionan su propia práctica han dejado de analizar hace mucho, porque sólo encuentran en sus pacientes sus propios obstáculos, sus propios a priori, ya que la escucha ha sido clausurada por narcisismo. Si la interpretación tiene alguna pretensión a priori, creo que no es otra que destituir al analista. Pagar la práctica con nuestra persona. Es una elección.

T : Lógicamente, existen diferencias entre la confesión y la asociación libre. ¿Cómo leer eso desde el lugar de analista?
I : ¡Esta es la pregunta que más me sorprende! No sé si estoy a la altura de responderla, pero puedo intentar. Supongo que confesarse está destinado a que Otro te absuelva, perdone, entienda; la asociación libre está destinada a ser uno mismo, y a que ese uno mismo, estallado en una multiplicidad inacabada, integre, acepte lo inconfesable de sí. La libertad es una conquista del analizante, pero creo que esto lo respondería igual por fuera de la práctica analítica. En análisis, el paciente sólo se confiesa cosas a sí mismo, con la ilusión de que se lo confiesa al analista en posición de Otro.

Fuente: Télam

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