Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Ante el silencio, se endurece el reclamo de la Librería Helena de Buenos Aires

A seis meses de las inundaciones por las obras de peatonalización de la calle Esmeralda en el sótano de la librerí­a anticuaria Helena de Buenos Aires, un emblemático negocio en el microcentro porteño, que dejó como saldo más de 1.000 libros arruinados y 15.000 volúmenes en estado de humedad, su dueña vuelve a reclamar una respuesta urgente ante el prolongado silencio del gobierno porteño y a la empresa constructora por los daños, tanto materiales como culturales.
Los primeros días de febrero pasado, las redes sociales se plagaron de pedidos de ayuda e indignación por la inundación del sótano de librería ubicada en Esmeralda 882, en la planta baja de un edificio declarado Patrimonio Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Se había roto un caño maestro por las obras de peatonalización en diciembre a cargo de la empresa DALCO S.A. y el sótano con 20.000 libros antiguos y mapas colapsó bajo el agua.

El saldo, cuenta a Télam su dueña Elena Padín Olinik, fue de "alrededor de 1.000 volúmenes irrecuperables, todos los demás libros afectados en mayor o menor medida por la humedad y los hongos. Ya son seis meses de no poder atender a mis clientes o encontrar un libro para alguien que me lo pide por Internet. De cualquier manera, lo que más duele son los libros, mapas y grabados antiguos arruinados. Eso no puede reemplazarse", dice con tristeza.

Entre las pérdidas, "el lucro cesante es incalculable", hay una colección completa de una bibliografí­a jesuí­tica, otra de Bellas Artes, mapas antiguos, opúsculos peronistas, la obra completa de Sarmiento, 22 tomos de la enciclopedia Summa Artis, grabados del siglo XVIII, un mapa Houndius (que vale 1.500 dólares) y mapas franceses.

Tras un revuelo en redes y medios en el verano, la atención sobre el drama de la librera tuvo su pico. Por esos días, relata Elena, se acercó el arquitecto Claudio Cané, director general de Obras de Arquitectura de la ciudad, "que entró y lo primero que dijo fue que la culpa de esto habí­a sido mí­a por no tener el sótano impermeabilizado".

"Me ofreció, como 'buen vecino' que la empresa Dalco S.A. haga un parche en la parte del piso que se habí­a levantado como un cráter. Primero me culpó de la negligencia de la empresa, y luego me ofreció algo que no era suficiente porque, en realidad, había que rehacer el piso después de la entrada del agua si querí­a proteger los libros. El sótano comencé a repararlo por mi cuenta, no tení­a otra alternativa si querí­a volver a mi actividad pronto".

También, por esos días, se acercó Alejandra Ramí­rez, directora general del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura, de la ciudad de Buenos Aires.

"Ella mandó a una señorita, muy amable, que me ayudó por cinco dí­as, cinco horas al día, a limpiar y subir 250 libros. No lo menosprecio, pero eran 20.000 libros. Los terminamos de subir con un grupo solidario. Me sorprende hasta hoy el silencio del gobierno cuando dejó de ser noticia. Ramí­rez me preguntó que más necesitaba y le respondí­ 'cajas homologadas y cinta de embalar'. Dijo que iba a traer las cintas. No volvió", relata la damnificada.

Sobre Dalco S.A., la librera dice: "en ese momento, me ayudaron a sacar el agua con baldes, pero el daño ya estaba hecho". De hecho, según consta en la información pública, las obras de la calle Esmeralda deberí­an haberse terminado el 31 de enero. "No sólo no están terminadas, sino que todaví­a falta mucho por hacerse", subraya.

Padín Olinik es librera hace casi 20 años y tuvo varias librerí­as en Buenos Aires hasta que dio con el local de la calle Esmeralda, un espacio lleno de anaqueles, mapas, ilustraciones, estanterí­as y tesoros. Durante 50 años, este espacio fue un negocio de fuste: la librería anticuaria L'Amateur, la primera de Sudamérica, fundada en 1924. "Hace cuatro años cerró y yo heredé bibliotecas y planero", dice sobre la continuación de esa tradición librera porteña.

"A mí­ me toca preservar libros raros y difíciles de conseguir. Acá todos hemos perdido un patrimonio cultural espectacular, es de un valor incalculable", resume sobre su labor cultural.

Lo que le sorprende por estos días a Elena es "el silencio, la desatención soberana al problema que sólo ellos me causaron y que precisaba de tan pronta respuesta. Por eso, estoy hoy en prejudiciales", remarca a Télam.

Según explica, nadie se presentó a las mediaciones, ni del gobierno, ni del Dalco S.A. "Quieren dilatarlo, con abogados que no saben ni qué empresa aseguradora tienen, que cuando pido que manden a alguien a evaluar el daño mandan peritos incompetentes que no están al tanto, posponen las reuniones. Así­ que no, no hubo propuestas concretas. No hubo siquiera una contraoferta, y pareciera que lo único que se busca es estirar esto en el tiempo y que se disuelva".

Lo que menos quiere la librera es que el perjuicio a su negocio y a la cultura se escurra en la trama burocrática y judicial. Por ahora no hubo mucho movimiento de parte de los responsables para resolver de alguna forma este daño.

"La situación fí­sica actual de la librerí­a es el caos: las cajas apiladas en cada rincón, las bibliotecas tapadas de cartón corrugado para protegerlas al menos un poco del polvo de las reparaciones. Yo quiero que termine todo y poder volver a hacer lo que amo", concluye.


Fuente: Télam

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