Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Argentina, Brasil: temas pasionales de la Bienal del Libro de Río

El fútbol, tal vez la más grande pasión de Argentina y Brasil, fue abordado desde su relación con la literatura por el autor brasileño Sérgio Rodrigues y los argentinos Sergio Olguín y Martín Kohan en el Pabellón de Argentina, país homenajeado en la Bienal Internacional del Libro de Río de Janeiro.
En el encuentro, Rodrigues (Muriaé, Brasil, 1962), escritor, crítico literario y periodista cultural, que cubrió el Mundial de México en 1986 y fue fundador del diario deportivo Lance! en los años 90, habló de la selección brasileña y de su equipo local, Flamengo, club deportivo de Río de Janeiro, considerado el más popular de Brasil.

Autor de las novelas Elza, a garota y El regate, Rodrigues comparó al Flamengo con el equipo argentino Boca Juniors, por su gran popularidad, y además habló sobre los siete goles que Alemania le hizo a Brasil en la semifinal del Mundial de 2014: "Aún nos falta tiempo para recuperarnos y no estoy listo para escribir sobre eso".

Luego, reflexionando sobre el fenómeno del fútbol, dijo que "el deporte en general es sublimador de impulsos violentos ancestrales. En ese sentido, es civilizador".

Sin embargo, "los barrabravas han llevado esa violencia a un nivel criminal y los empresarios lo han convertido al fútbol en una máquina de negocios con un precio muy alto. Eso es lo peor del fútbol", consideró el escritor que obtuvo el Premio de Cultura que otorga el estado de Río de Janeiro por el conjunto de su obra.

Olguín, autor de El equipo de los sueños, La fragilidad de los cuerpos y Las extranjeras, entre otros libros, dijo que su relación con el fútbol "fue una de esas relaciones amorosas donde uno no quiere al otro: la pelota nunca me quiso a mí; yo siempre quise a la pelota".

"Soy un pésimo futbolista, siempre jugué mal, pero fui muy insistente y al llegar a la secundaria me tocó estar en una escuela donde la mayoría eran mujeres, entonces me tuvieron que poner en el equipo de la división", contó.

Y señaló que siempre le resultó muy atractivo toda la épica que hay alrededor del fútbol y cómo eso se podía trasladar a la escritura: "leía libros para chicos en mi infancia que en un momento dejaron de satisfacer mis necesidades de lectura".

"La transición fueron las revistas deportivas, ahí descubrí algunos periodistas deportivos que narraban los partidos de tal manera que uno los podía vivir como si fueran un texto de Salgari; tenían esa potencia de la aventura y de la emoción que me despertaba de chico ese tipo de lecturas", sostuvo el escritor y periodista.

Y luego habló de la literatura de Fontanarrosa, famoso por sus cuentos futboleros: "me despertaba ese amor que te despiertan esos autores que uno lee y siente un vínculo personal aunque no lo haya visto nunca en mi vida; leía con mucha expectativa sus libros, su textos, sus crónicas mundialistas, casi siempre ligadas al humor. También tenía otros cuentos que no eran estrictamente humorísticos y eran muy buenos".

Sobre su experiencia, contó: "el fútbol era el único punto de diálogo que tenía con mi padre. Boca Juniors era el código común. Con mi viejo no nos llevábamos bien, tampoco mal, pero no hablábamos mucho, no coincidimos en política, no había buen diálogo. Sin embargo, el fútbol era el punto de encuentro entre nosotros dos".

"Extrañamente -mencionó- no es el punto de encuentro con mi hijo; hablamos de todo, pero no le interesa nada el fútbol. Recuerdo con emoción que una vez, cuando él tenía un año, levantó un papel azul y amarillo del piso y dijo ´Boca Juniors´, yo pensé que estaba formando un hincha de Boca, pero no. Hasta lo tuve que obligar a ver la copa del mundo".

También de Boca Juniors, Kohan contó su historia: "fui un gran arquero, por un tiempo muy corto, porque rápidamente mi gran carrera tocó un límite. Empecé a perder la vista, ya no atajaba bien, y muy pronto comprendí que iba a tener esta porquería de cuerpo que tengo y esta ruina de la altura. En gran medida el cuerpo arruinado que tengo se debe a la literatura".

"La literatura me convirtió en este debilucho y es la que me fue quemando la vista -afirmó con énfasis-; me fue impidiendo ver la pelota, todos los tiros para mí eran desde muy cerca, todo por culpa de la literatura, que me quemó la vista por leer. Esa es la prueba que tengo para la dificultad de unir fútbol y literatura".

Para el escritor, el fútbol y la literatura le importan muchísimo: "son dos de las grandes pasiones de mi vida, quizás sean las más duraderas, ya que mis gustos musicales cambian, las esposas lamentablemente han ido cambiando, o sea que las distintas pasiones que han pasado por mi vida han sido siempre un tanto efímeras".

"Las únicas dos pasiones que existen sostenida y continuamente en mi vida, desde mi infancia hasta hoy, son el fútbol y la literatura -afirmó el escritor y profesor-. Son las únicas de las que puedo estar seguro que van a estar conmigo siempre. Eso, en un momento, me generó la ilusión de tener una hiper pasión sumando mis dos pasiones".

Pero, continuó, "el razonamiento estuvo mal hecho, porque las pasiones no se suman, cada pasión funciona porque se pretende absoluta, parece ser absoluta, y eso implica suponer que no hay ninguna otra pasión posible. Sumar las pasiones implicaría suponer que además del fútbol hay otra cosa y que además de la literatura hay otra cosa".

Fuente: Télam

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