Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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Asistidos en la estación Moreno, los jóvenes avanzan hacia Luján

La multitud de peregrinos que partió al mediodía de la Iglesia de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, cabecera de la 40º edición de la peregrinación a la Basílica de Luján, retomó con bríos la caminata al atravesar Moreno, donde los jóvenes fueron asistidos con agua, caldo y mate cocido, y avanzan hacia la meta en un clima de amistad y algarabía, pese al esfuerzo.
Banderas de parroquias del conurbano bonaerense y de las provincias, y un arco iris formado por los colores distintivos que agrupan a los peregrinos provenientes de una misma región, avanzan como un tapiz móvil asistido por carros con parlantes que arengan a los caminantes para proseguir.

En la plaza de la Estación de Moreno, a unos 40 kilómetros de la partida, se concentraron los primeros puestos de apoyo en los que los peregrinos reciben agua, caldo y mate cocido y una carpa sanitaria provista por el Municipio en la que les pueden tomar la presión o hacerse un control médico.

Luciana, de 23 años, contó a Télam que es la séptima vez que viene, desde Bunge, a Luján: "Desde chica empezaron a traerme mis hermanos, y siempre me hizo sentir muy bien, así que este año lo traje a mi novio.


"Esta vez no hice ninguna promesa pero sí vengo a agradecer que me está yendo bien en el trabajo y que todos estamos bien de salud en la familia", compartió.

Como expresión del fuerte predominio adolescente en la marcha, Javier cuenta apenas 17 años, y llegó desde Luján para reandar el camino junto a los peregrinos hacia la Basílica.

"Vine con un grupo de amigos en el 2007, cuando nos propusimos caminar desde General Rodríguez hasta la Basílica; en 2008 nos animamos a caminar desde Moreno, y en 2009, desde Liniers: la verdad, es algo que está bueno hacer cuando uno puede ir con amigos que lo apoyan", contó Javier a Télam.

"Uno siempre viene con promesas para cumplir y cosas que pedir o agradecer pero, más allá de eso, esto es un acto de amor", definió.

Marcos tiene 35 años y vive en Ezpeleta: "Vine con mis compañeros de trabajo y es la primera vez que lo hago; es más duro que lo que pensé, pero creo que voy a llegar", dijo a Télam, asistiéndose con un bastón y pomada contra los calambres que compró en el camino.

Raquel cuenta 67 años y viajó desde San Justo: "Hace más de 20 años que venimos con las chicas de la parroquia a darle una mano a los peregrinos: hay gente con ampollas y varios acalambrados, pero como estuvo nublado, no tuvimos tantos insolados como en años anteriores", reportó.

Agustín, dirigente de un grupo scout de Quilmes y parte de la comunidad de puesteros de asistencia instalados durante 24 horas, contó que "hace mucho" que prestan servicio a los caminantes. "Y siempre estamos preparados para lo que hace falta, aunque siempre son ellos los que terminan transmitiéndonos energía a nosotros", apuntó.

Fuente: Télam

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