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Buenas empanadas, mucha obra, poca seguridad

En Famaillá, los vecinos alternan el reconocimiento por los trabajos públicos con la preocupación por el incremento de los delitos. Para algunos vecinos, la ciudad ha mejorado y es "otra". Para otros, nadie quiere hablar de droga, violaciones y asesinatos.
(DIARIOC, 31/10/2010) "Bienvenidos a Famaillá, Capital Nacional de la Empanada", saluda uno de los pomposos arcos de entrada a la ciudad del sur de la provincia. Aunque bien podría ser capital de las avenidas, las palmeras o las edificaciones llamativas, los nuevos elementos en el paisaje famaillense.

Los lugareños coinciden en resaltar que durante los últimos años el pueblo ya no sólo se relaciona con las empanadas ni está "estancado". Afirman que las calles pavimentadas, la apertura de nuevos comercios, la "Galería de la Veneración", el "Balneario" y la policía municipal determinaron que la ciudad se transformara.

"Todo cambió gracias a los Orellana", sintetizan, en referencia a los hermanos Juan (el intendente) y José (el legislador).

LA GACETA recorrió las calles de Famaillá en las cuales pocos se animan a criticar directamente la administración de "los mellizos". Sin embargo, alertan por lo bajo que la inseguridad y las drogas ganaron la zona. Y por ello reclaman más seguridad.

En voz alta

"¿Cómo está Famaillá? ¡Así está!", dice con vehemencia Walter López, mientras señala una cartulina negra con la foto de un muchacho sonriente. "Ese era mi cuñado Miguel Angel, lo mataron durante la Fiesta de la Empanada. Un tipo que no lo conocía salió del predio e hizo seis o siete disparos al azar. El asesino está detenido pero hay dos cómplices sueltos. En Famaillá hay droga, asesinatos y violaciones pero de eso no se habla", reclama el peluquero de 37 años. Su local queda sobre una de las nuevas avenidas que, en rigor, son calles a las que partieron al medio con una platabanda. Dice que en esa ciudad se hacen muchas grandes obras de concreto pero, según recalca, terminan no siendo grandes obras porque no cambian la educación ni la cultura de la gente. Sin embargo, confiesa que a la hora de elegir, no hay alternativas: "me tengo que quedar 10.000 veces con los Orellana, porque aquí no hay otra cosa. Los opositores que los quieren reemplazar son un desastre", se resigna.

Su esposa, Marcela Rodríguez, de 31 años, todavía llora por su hermano: "Los mellizos ayudan mucho a la gente, pero deberían controlar más el tema de la seguridad sobre todo durante los fines de semana", manifiesta acongojada.

Víctor Miani, un abogado de 36 años, reconoce que hubo un progreso en la ciudad, pero se declara indignado: "compré un terreno y en 2008 lo usurparon. Pedí a la Municipalidad que no les brindara servicios a las 12 familias que viven allí pero no me hicieron caso. Inclusive, funcionarios municipales están entre los ’ocupas’". Si bien dice que hay aspectos positivos de la gestión, afirma: "no está bien es que se invierta mucho en la Fiesta de la Empanada mientras que, simultáneamente, no hay cómo hacer radiografías en el Hospital".

"La Policía circula sólo de día. Las patotas, cuando salen de los bailes, andan robando, drogándose y atacando gente. De noche da miedo salir", opina Víctor Hugo Acuña, un empleado textil de 55 años. Considera que vive "en otro Famaillá" desde hace algunos años y celebra que hayan pavimentado la cuadra en la que vive y aumentado la iluminación en las calles. Su compañero de trabajo, Jesús González, de 46 años, también cree que la inseguridad amenaza a los vecinos y suma un pedido por más viviendas sociales.

Los que escuchan

"La gente quiere a los Orellana porque son los únicos políticos que hablan y escuchan. Viví en Buenos Aires muchos años y ahí es imposible acceder a las autoridades. Aquí, uno hace una cola y ya está. Yo les pedí un pasaje que necesitaba urgente y medicamentos", reflexiona Guillermina Varela, una feriante de 50 años. Ella y su marido, Jorge Canda, de 40 años, dicen estar "orgullosos" de vivir en ese lugar. "Estamos muy contentos, nos quedaremos a vivir definitivamente aquí. Hicieron cosas hermosas como el balneario municipal", afirma.

El agricultor Mamet Ale, de 72 años, argumenta que los mellizos son "buenos muchachos" porque "hacen atenciones a la gente". Ejemplifica diciendo que son los primeros en llegar a un velorio. "De todos los intendentes, son los mejores. Antes era fiero Famaillá. Ahora hay parques y palmeras", puntualiza.

"Lo único que le falta a José Fernando y a Juan Enrique es parar un poco la delincuencia. Pero ellos cambiaron todo y espero que la gente los siga eligiendo", dice con convicción José Alvarez, un jubilado de 68 años.

Lobos marinos y pesca

Una de las obras de las que más hablan los famaillenses es el "Balneario", inaugurado en enero pasado. Se trata de un enorme predio municipal en el que conviven estatuas de lobos marinos y focas, representaciones de la mitología griega, esculturas modernas de metal, toboganes acuáticos y quinchos. Las decoraciones rodean dos piletas y un lago artificial. Pero, las autoridades van por más: "aquí está prevista la construcción de canchas, un restaurante de lujo, un salón de fiesta con boliche, un hotel con casino y un pequeño centro comercial. Además, sembramos 7.000 pejerreyes para que los chicos pesquen. La gente está encantada", asegura Susana Figueroa, coordinadora del sitio.

Susana Medina, una docente de 48 años, pondera la iniciativa y vaticina que los Orellana seguirán al mando: "en Famaillá no hay otra opción", concluye.

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