Juvenilia está planteada en primera persona. "Silencioso y triste, me ocultaba en los rincones para llorar a solas, recordando el hogar, el cariño de mi madre, mi independencia, la buena comida y el dulce sueño de la mañana", evoca Cané y ese desasosiego de las páginas iniciales crecerá sin remedio en el resto del relato: "mis primeros días de colegio fueron de desolación para mi alma. La tristeza no me abandonaba y las repetidas visitas de mi madre, a la que rogaba con el acento de la desesperación que me sacara de allí". En un momento lo sacan, no su madre sino las autoridades del colegio como consecuencia de un problema de conducta. Se trata de una medida correctiva, pero transitoria; Cané lo cuenta con estas palabras: "Eran las ocho y media de la noche: medité. Mi familia y todos mis parientes en el campo, sin un peso en el bolsillo". Es conveniente aclarar que cuando habla de "campo" se refiere a una estancia de su familia.
Shunko está escrita en tercera persona y en este caso el colegio que sirve de escenario no pasa de ser un rancho de barro, que en algún momento construirán el maestro, los alumnos y los vecinos del lugar. Cané eligió la primera persona y sólo le prestó atención a los conflictos que él sufría como protagonista, Ábalos optó por la tercera persona y pondrá el ojo en uno de sus alumnos, el chico que le da título a la novela. Mientras la preocupación de Cané es qué va a hacer de su vida ahora que sus padres están en la estancia, la preocupación de Shunko es cómo lo tratará el maestro, le han dicho que castigan a los niños, sin embargo, no vacila en caminar dos kilómetros bajo un sol impiadoso para llegar a ese maestro y a esa escuela.
Fuente: Télam