Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Capitalismo, democracia y pantallas o por qué aumenta el número de lectores y no sus habilidades

El destacado editor, crítico de literatura infantil y ex docente español Antonio Ventura consideró que si bien "la cantidad de lectores creció en los últimos 20 años de democracia, en Europa y América, retrocedieron sus niveles de comprensión y habilidad crítica".
El responsable de icónicas colecciones de literatura infantil y juvenil como Sopa de Libros o El árbol de la lectura se refirió en diálogo con Télam a las implicancias del progreso, la democracia y el capitalismo en la capacidad de lectura crítica.

"Los lectores de hoy son torpes y tienen gran dificultad para interpretar el código simbólico como resultado de una invasión temprana y brutal de las pantallas", dijo Ventura, director del emblemático sello infantil El jinete Azul, quien visitó el país en el marco del proyecto de Gestión Cultural de Pequeño Editor.

Esta situación, continúa, "no es desinteresada, el progreso del capitalismo no es inocente, tiene que ver con la voluntad de degradación en la que los políticos son cómplices como consecuencia de una democracia incapaz de controlarse a sí misma y asegurar prácticas democráticas".

"No sé hasta qué punto hay una premeditación en la presencia de las pantallas desde edad tan temprana en los niños, pero una de las consecuencias que produce es esa relación débil y precaria con el código simbólico", reafirmó el autor de libros álbum como Al otro lado del río y El cuento del pingüino.

"'Los lí­mites de mi mundo son los lí­mites de mi lenguaje' -graficó Ventura citando al filósofo austrí­aco Ludwig Wittgenstein- y los límites de estos lectores son muy cortos, son niños a los que se les ha respondido preguntas antes de que las hicieran matando su curiosidad y adelantándoles y prolongándoles la adolescencia".

En la actualidad "los niños desean los placeres de la juventud sin la responsabilidad de la madurez, no quieren ser como sus padres sino como sus hermanos mayores y su adolescencia se extiende de los ocho a los 30 y tantos", asevero este hombre que trabajó 15 años como maestro de escuela pública.

"La infancia es no aburrirse -postula quien fue asesor pedagógico de destacados sellos como Alfaguara y Anaya-, y ahora un niño de ocho años se aburre si mamá o papá no realizan actividades con ellos".

"En vez de ver el paisaje y contar árboles o jugar al chófer cuando van en el coche se monta en una pantalla en el respaldo del asiento de sus padres donde proyectan un vídeo, lo que afecta su capacidad crí­tica y de decodificación de la lectura", graficó el creador de la emblemática revista Babar, partiendo de un club de lectores para chicos.

"Las pantallas matan la curiosidad -aseguró-, tal es así que en los países nórdicos europeos el sistema de educación las excluye de los primeros años de enseñanza".

Los soportes no interesan, "el tema es el contenido -advirtió-, porque sin capacidad crítica eres un esclavo de Internet: Si existiera un estudio Google a ver qué lee cada individuo en España veríamos porno, casinos y gran cantidad de oferta estúpida y embrutecedora".

Desde su punto de vista, "la prueba está en que ahora mismo el gran escritor infantil Fernando Alonso es invisible en la red porque un corredor de fórmula uno homónimo copa la parada y hasta llegar a él debemos pasar como 20 pantallas, algo que no ocurre si somos malos lectores".

A su entender, "cuanto mayor capacidad adquisitiva tiene el hogar en el que el niño crece peor es. Actualmente, padres formados y crecidos en democracia en ámbitos urbanos compensan su ausencia con regalos electrónicos y eso complica el desarrollo lector de niños desde los seis años".

"Si bien en Latinoamérica hay escenarios muy distintos -reconoció-, en España desde los últimos dos gobiernos socialistas y las dos legislaturas de la derecha se vive a espaldas a la cultura impresa, probablemente porque los representantes mismos de esas administraciones tampoco son lectores".

"Esto es siempre malo -aseguró-, aunque cuando viene desde la derecha es peor, si cabe, porque se producen aberraciones como subvencionar colegios que son sólo de niños o niñas o querer reinstalar en la currí­cula la religión como asignatura obligatoria".

Lo que ocurre es que "España no es del todo Europa y tampoco es Latinoamérica, es un hí­brido europeo que durante la II Guerra ya tení­a una dictadura, quedó fuera del proceso democratizador y el empuje económico del Plan Marshall a su término, y el libro no llegó, se convirtió en un objeto sospechoso".

"Fuimos un paí­s autárquico y encerrado que esperó hasta la muerte del dictador, Francisco Franco, en 1975 para empezar a producir un pacto pedagógico con la sociedad que finalmente no se produjo y, cuando nos quisimos dar cuenta, el mundo de la imagen habí­a vulnerado los espacios más í­ntimos de la familia", repasó.

¿Cómo lee un niño en España o el resto de Europa? Para Ventura, "no hay un inconsciente colectivo social de preocupación por el valor de la palabra lo que en Latinoamérica sí sucede­: Chile, Perú, Bolivia, México, Brasil, Argentina, Colombia y México cuentan con valiosas iniciativas de promoción de la lectura".

En América Latina "existe conciencia social y el individualismo no los ha transformado en autistas sin reacción, además de que los gobiernos trabajan con más fuerza en la promoción de la lectura, con compras de buena literatura para instituciones formales, algo que en España con la crisis ya no ocurre, aquí se aplica el 'café para todos': se reparte el dinero entre todos, independientemente de la calidad de las obras".

Fuente: Télam

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