Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
Buscar:

Carla Mucillo, editora: ¿quiénes son, que es la revista mancilla?

La revista de crítica político-cultural Mancilla alcanzó su número 6 sin ceder en su rigor intelectual así como tampoco en su compromiso militante, tal como lo describe una de las integrantes del comité editor, Carla Muccillo.
Herederos de una antigua tradición, la del operario que también es un intelectual alejado de cualquier cesarismo, en Mancilla se han encontrado graduados de Letras y de Ciencias Sociales, bajo un acuerdo, de mínima y de máxima: el kirchnerismo.

Esta es la conversación que Télam sostuvo con Carla Muccillo.

T : Mancilla ¿es soporte de un grupo de amigos, militantes, todo eso y algo más?
M : Mancilla funciona en varias dimensiones. Me interesa reponer sobre todo la idea de que una revista es una cantidad de trabajo concreto sin la cual, en este caso, nada de lo que conocemos como Mancilla sería posible. Por un lado, somos una revista entre mediana y chica, en cuanto a cantidad de ejemplares y distribución, y fundamentalmente también en cuanto al plantel y su estructura. Al mismo tiempo, somos una revista de papel, lo que suma toda una cantidad de tareas que las revistas virtuales no tienen, y una economía mucho más real porque ciertamente insumimos recursos económicos y materiales. Estos dos factores implican una rutina de trabajo bastante nutrida y diversa para todo el comité editor, que no sólo decide -decidimos- la cantidad de dossiers y la temática a la que se abocará cada uno de ellos, sino que por decirlo de alguna forma, participamos en casi todos los eslabones de la cadena de producción de Mancilla, a excepción de diseño e imprenta. Es decir, por una mezcla de condiciones objetivas y también subjetivas, no delegamos. Entonces Mancilla es -y lo es para todo el comité: Charly Gradín, Juan Laxagueborde, Nicolás Maidana, Florencia Minici y yo- aprender a llenar cierto tipo de formularios, corregir galeras a las corridas, escribir un artículo, trasladar grandes paquetes de un punto de la ciudad a otro, discutir la pertinencia de un tema para un próximo número, pensar el color en el que dirá Mancilla una tapa, entre otras cosas. Esta forma de trabajo nos funciona bien, pero tiene sus exigencias e implica un grado de responsabilidad superior que otro tipo de proyectos que tal vez por ser mayores cuentan con equipos de trabajo más especializados o que por desarrollarse online (incluso muchas veces con plataformas gratuitas y de uso fácil y práctico) no tienen, por caso, una contabilidad que llevar o tratos que establecer con diferentes libreros de la ciudad o el país. Por supuesto, hubo y hay publicaciones y proyectos que seguramente se manejan de esta forma. Pero, como decía, para mí es fundamental reponerlo porque me gusta pensar que sin saber de esta exigencia que tiene la revista para con nosotros (y que ejecutamos con gusto) hay algo del proyecto que no se puede llegar a entender del todo. Mancilla es, por lo general y creo que cada vez más, una revista responsable en su línea editorial porque también lo es el trabajo que debemos llevar a cabo para que un número se publique; aunque por supuesto esta no sea la única causa. Entonces, puedo decir, que un principal acuerdo de los redactores de Mancilla tiene que ver, más que con otros factores (la amistad, por ejemplo), con una forma de trabajo a la que nos tomamos muy en serio: coincidencia o no, es muy difícil encontrar entre las páginas de la revista artículos puramente irónicos e intervenciones irresponsables. Todo esto en un marco en el cual, en mayor o menor medida, los cinco editores nos ubicamos por dentro del kirchnerismo. Estar a favor de un proceso político como este, implica, entre tantas cosas, otras formas de construcción de un proyecto cultural. Esta es la nuestra.

T : Enfocaron el dossier regional sobre la cuenca del Riachuelo. ¿Por qué eligieron esa zona, cómo trabajaron, a qué conclusiones llegaron?
M : En el número anterior el dossier había estado dedicado al Delta del Paraná, que es una zona marcada por la presencia del río, por supuesto. Ese quinto número fue realizado antes de junio de este año, cuando todavía no estaba definido el panorama que se conformó para las PASO de agosto y las elecciones legislativas de octubre. En ese momento, entonces, el dossier surgió como la necesidad de establecer una perspectiva histórica sobre un lugar muy vigente en un registro vivencial que da por sentado la existencia de el Tigre como un área natural, vacacional, y de retiro; caracterización que por ejemplo borra las redefiniciones de la economía local que se vienen dando allá en los últimos tiempos y que también son datos de la gestión de (Sergio) Massa bastante significativos (en una protesta por las inundaciones que causan las construcciones para turismo de lujo, realizadas indiscriminadamente, una isleña le gritaba al intendente que el Delta no es la Isla de la Fantasía). Lamentablemente, y por cuestiones de tiempos electorales, el dossier no llegó a intervenir de forma explícita en la discusión que se generó una vez presentadas las listas. En este caso también lo que define a la zona es el río, pero ahora se trata de uno urbano. El dossier abre con una entrevista a Antolín Magallanes, que es actualmente el Vicepresidente Ejecutivo de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), un órgano del Estado nacional muy activo cuya tarea principal es la recuperación del río. Hay una intención bastante fuerte en este número (más que en otros, incluso) de situar en el debate cultural cuestiones de la gestión pública, que por lo general están por fuera de aquel ámbito: aparecen en la prensa y con suerte en algunos análisis políticos. En el caso de las políticas que se están llevando a cabo en el Riachuelo, y a pesar del trabajo de ACUMAR, la mayoría de las veces la Cuenca es noticia por aparecer en la misma lista de lugares más contaminados del mundo que Chernobyl y en títulos de la misma índole, como si estuviéramos siempre frente a la misma imagen congelada de los 90. Charly Gradín, que se incorporó como editor en el número anterior de la revista, viene insistiendo en el tema desde hace un tiempo; para él, el Riachuelo es el símbolo de una suerte de obsesión argentina por la derrota. Uno de esos temas que para los medios es más fácil tratar como causa perdida y desastre imposible que como escenario de futuro. ¿Qué vamos a hacer con el río? ¿Cómo vamos a limpiarlo? Son preguntas que podrían convocar a muchas personas y sectores sociales, y es un poco increíble que cueste tanto hacerlo. La novedad, de un tiempo a esta parte, es que se estén planteando en el seno mismo del Estado y que se les esté dando una respuesta política. Respuesta que para el caso, no sólo implica la tarea de monitorear la calidad del agua, de los sedimentos y del aire o empadronar a los establecimientos industriales asentados a la orilla de la cuenca, sino también y como garantía de permanencia, por un lado, recuperar esa experiencia vital con el río de la cual nos habla Magallanes a través de actividades como las remadas, y por el otro, volver a pensar el Riachuelo históricamente: ¿Cuándo se contaminó? ¿Por qué? ¿Acaso siempre fue igual? Uno de los tantos hechos que destapa esta segunda serie de preguntas es la prosperidad que la cuenca nucleó a sus alrededores cuando la industrialización de la economía argentina (y la creciente participación de los trabajadores en la distribución de la renta, claro) generó un proceso profundo de movilidad social ascendente.

T : El texto de Alejandro Rubio es una joya. ¿Por qué Alejandro Rubio? ¿Cuál es la singularidad de Rubio? ¿Cómo pensar a Rubio y a Selci juntos en una revista?
M : Concuerdo. Antes de formar parte del mismo comité editorial, ya todos sus miembros leíamos a Alejandro Rubio. Nos pasábamos sus libros, los comentábamos juntos. Rubio, entonces, no es sólo un interlocutor para Mancilla (un interlocutor muy generoso, subrayaría) sino que es parte constitutiva de nuestra formación. Lo mismo podríamos decir de Sergio Raimondi, o incluso de Horacio González o Alejandro Kaufman. No es del todo exacto, pero en un cálculo aproximado la mitad de los editores de la revista proviene del ámbito de la carrera de Letras, y la otra mitad, del de la Ciencias Sociales. Sería simplificar un poco, pero tal vez los poemas y los ensayos de Rubio sean uno de los lugares donde nuestros intereses se intersectan con más claridad. A su vez también leíamos revista Planta, que es a mi juicio, uno de los mejores proyectos de crítica cultural y política de los últimos años. En este último número, tanto la nota de Alejandro Rubio ("Funciones de la amistad") como la de Damián Selci ("La crítica no tiene amigos") aparecen en un dossier que pone en debate las relaciones entre amistad y política. En términos generales, me parece que hay una parte de los textos del dossier que priorizó la idea de la amistad definiéndola como un vínculo con ciertas características de connotación positiva que la opondrían a los vínculos que propone lo político, a los que en mayor o menor medida se critica. Entiendo que, desde diferentes perspectivas, los textos de Rubio y Selci son dos de los que escapan a esta idea, formulando justamente una crítica política de la amistad o de ciertos tipos de ella, lectura con la que acuerdo en mayor medida.

T : El otro nombre clave es Christian Ferrer. ¿Se sintieron que hablaban de lo mismo, que hablaban el mismo lenguaje; no es él un poco escéptico frente a la posición de ustedes, más jugada por el proyecto del gobierno?
M : La propuesta de Ferrer como entrevistado surgió a partir de la curiosidad que nos despertaba la posibilidad de entablar una conversación con él por fuera de la temática a la cual suelen abocarse sus intervenciones: la relación entre técnica y sociedad. En ese sentido, el resultado es ciertamente novedoso: se habla de la Universidad, de las revistas culturales, de la vida cotidiana en la última dictadura cívico-militar, etcétera. En esta oportunidad no estuve presente en la entrevista, pero a título personal puedo decir que en efecto disiento con su caracterización del Estado, de la participación política, y de la relación que establece o debería establecer la crítica cultural con ambos. La entrevista es una sección fija en la revista, y por lo general, hay un patrón común entre los entrevistados. Juan Laxagueborde, otro de los editores de Mancilla, dice que lo que comparten entre sí es que todos tienen una valoración de la tarea crítica como vocación pública. En números anteriores entrevistamos, por ejemplo, a Sergio Raimondi, María Moreno, Javier Trímboli.

T : Es imposible no preguntarte por la posición del comité editor frente a la crisis con las fuerzas de seguridad. ¿Qué pensás al respecto?
M : No estoy en condiciones de formular una posición del comité editor de Mancilla sobre el tema, pero sí me gustaría llamar la atención sobre algunos textos que circularon por la web en estos días. En primer lugar, creo que cualquier discusión al respecto debe tener como punto de partida: el rechazo a la forma extorsiva que adquirió la protesta policial, que incluyó habilitar e incluso acicatear saqueos. Estuve leyendo con atención un grupo de textos que llamaría de análisis sociológico que por diferentes motivos se mostraron, para decirlo de alguna forma, tibios en relación a este punto. Así, la mayoría prefirió hacer base en los saqueos relegando a un segundo término el rol de las fuerzas de seguridad. Por ejemplo, hay algunos que en la pretensión de pintar una fresco de las desigualdades, la exclusión y la estigmatización en la Ciudad de Córdoba u otras ciudades terminaron pasando por alto el hecho de que nada de eso explica de por sí la posibilidad fáctica de una ola de saqueos. El propio Javier Auyero dice que la oportunidad para los saqueos se constituye a partir de las conexiones clandestinas entre perpetradores de violencia, sectores del campo político y las fuerzas policiales. Correr el foco del carácter político de lo que sucedió, sociologizarlo a través de categorías muy vagas que se demuestran incapaces de dar cuenta de la especificidad de lo acontecido, me parece además de un desatino una irresponsabilidad, en un contexto tan crítico. Desde la misma disciplina, por caso, hay análisis mucho más sustanciosos como el de Gabriel Kessler, que a su vez pone sobre la mesa elementos para proyectar una agenda de reformas policiales y en materia de seguridad; lo que increíblemente este grupo de textos referidos omite, tal vez porque prefiera no pensar con el Estado o con este Estado en particular.



Fuente: Télam

(Se ha leido 167 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024