Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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Carlos Hugo Aparicio: La voz del marginado

La reedición del primer libro del poeta Carlos Hugo Aparicio, Pedro Orillas, a medio siglo de su aparición, es un homenaje al escritor que fallecido recientemente supo retratar la cotidianidad del hombre desplazado por vientos de la marginación y la soledad.
Publicado por el sello editorial El Suri Porfiado, la obra sería el inicio del camino y de un lenguaje que Aparicio -nacido en La Quiaca, Jujuy en 1935 y radicado desde niño en Salta, donde falleció en abril pasado- fue afinando y profundizando tanto en sus libros posteriores de poesía, como en su sustanciosa y personal producción narrativa.

Así, a sus textos de poesía desde aquel inicial Pedro Orillas de 1965 se fueron sumando títulos como "El grillo ciudadano", "Andamios", "Coplas del vino", "El silbo de la esquina" y "Romance de bar", pero también los libros de cuentos: Los bultos, Días de viento, la compilación de relatos, Sombra del fondo y la novela Trenes del sur.

Un poco pariente de "Juanito Laguna", personaje que el pintor Antonio Berni creó a inicios de los años 60 con una técnica de collages en base a materiales de deshechos de la ciudad, este Pedro Orillas, además de representar un paisaje de esperanzas truncadas, está armado a partir del montaje de retazos de soledades calladas, fraseos entredichos, silencios estampados en medio del discurrir, relieves de una gestualidad del que vive "doblándose hacia el centro de sí mismo".

Cuando la poesía de Aparicio acarrea un modo de metaforizar hacia su prosa, ésta le devuelve ese favor en diálogos y pasajes narrativos; es así que el coloquio de Pedro Orillas, convive con logradas imágenes, como la de aquel "que regresa a su casa de rodillas" y pregunta: "quién le pone un cariño a su puñal", y más adelante: "Hay que sangrar de pie, llorar, dormir/ con un reloj dentro del pecho" … "Mi mujer entra en mi vino y llora".

Lejos de la mera descripción de ámbitos de carencias, esta poesía transita un vasto rastreo humano -se perciben lecturas a fondo tanto de sus coterráneos como de César Vallejo, Bertolt Brecht y Federico García Lorca- que enfoca "comunes dolencias"; de ahí una solidaridad manifiesta: "Soy obrero de esta sangre que alcanza para llenar mi vaso/ y sobra para inundar el tuyo".

El manejo del ritmo y la cadencia es otro de los logros del libro; de allí que quien "construye la vida entre canciones", encuentra su par en la música nada menos que en el bandoneonista Dino Saluzzi, quien toma a Pedro Orillas para una grabación de 1970 y reconoce, en el prólogo de la reedición, un quiebre de su trabajo a partir de esta experiencia.

"Esta obra sería junto con Soy de Buenos Aires, la apertura a lo que sería mi obra posterior… tanto en Soy de Buenos Aires como en Pedro Orillas hice una desestructuración importante de las formas que en ese momento se usaban como elementos de construcción musical. Había pasajes de jazz, tango, de folklore", escribe Saluzzi.

El renombrado músico grabaría además en 2005 el tema "La vuelta de Pedro Orillas" en su álbum Juan Condorí: "El disparador· de ese trabajo "fue el final del poemario de Aparicio, Pedro Orillas no muere; eso me inspiró"… "Aparicio le cantaba al hombre de carne y hueso".

Por su parte el poeta Carlos Aldazabal, editor de El Suri Porfiado, añade que libro de Aparicio: "Se inscribe en lo mejor de la tradición literaria de la poesía del Noroeste Argentino. Poemas en los que la musicalidad y el buen armado de los versos traducen un decir rotundo y visceral, donde se expresa el germen del universo narrativo del autor: la orilla, territorio liminar e impreciso que habla de una cultura de la solidaridad en la pobreza, una cultura de la resistencia de los sectores populares urbanos, que se hermanan a los hombres de la ruralidad profunda, ya expresados por varios poetas de grupos míticos como 'La Carpa' o 'Tarja'".

Pródiga en materia de poesía, la provincia de Salta reconoce como suyo a Aparicio, y lo ubica junto a una extensa galería de nombres de ayer y de hoy, con autores que van desde Juan Carlos Dávalos (1887-1959), pasan por Manuel J. Castilla, Jaime Dávalos, Walter Adet, Jacobo Regen, Miguel Ángel Pérez, y Teresa Leonardi, hasta llegar a poetas de las últimas generaciones, entre ellos Leonardo Castilla, Rosa Machado y Santiago Sylvester.

Precisamente este último expresa en relación a esa intersección donde se sitúa la escritura de Aparicio, como paisaje y como lenguaje, que esta obra: "incorporó una frontera intensa que hasta entonces no había entrado en la literatura de la zona, y que él mismo bautizó como 'la orilla'"; un tono que atraviesa incluso su narrativa donde todo transcurre: "en esa franja geográfica y social que está entre la ciudad y el campo, donde la vida es precaria, difícil y, como en todas partes, tiene amores, odios, héroes anónimos, encantos y desencantos".

Hay que decir que los textos de Aparicio, aparte de dar pie a un trabajo musical encarado por el reconocido bandoneonista Dino Saluzzi y de haber sido traducidos en parte al francés, han dado vida -en este caso sus relatos- a la película "Luz de invierno" estrenada en 2007 con dirección de Alejandro Arroz y a la filmación en 2014 a cargo del mismo director de la serie televisiva en ocho capítulos "Historia de la orilla".

Fuente: Télam

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