Catamarca
Martes 23 de Abril de 2024
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Casi 40 pensadores dedicarán toda una noche a pensar sobre bioética, género y filosofía

Casi 40 pensadores argentinos, franceses y alemanes entre los que se cuentan Didier Eribon, Tomás Abraham y Diana Cohen Agrest participarán el próximo sábado a las 19 de "La noche de la Filosofía", un ciclo que a lo largo de doce horas apuesta a sacudir los protocolos de pensamiento con el cruce impensado entre autores -como Michel Foucault y Osvaldo Lamborghini- y temáticas que van desde la cuestión de género a la bioética, la injusticia y la envidia.
"No hay pensamientos peligrosos: el pensamiento es peligroso". Las palabras de la pensadora alemana Hannah Arendt aluden al componente subversivo que subyace en el propósito originario de la filosofía, una disciplina que desde tiempos difusos siempre ha estado asociada a la capacidad de deconstruir desde perspectivas "inusuales" cuestiones como la interrogación por el conocimiento, las pasiones, la verdad o el sentido de la vida.

En esa perspectiva se alinea "La noche de la Filosofía", una iniciativa con versiones en ciudades como Londres, París, Nueva York, Berlín, Rabat, Atenas y Tel Aviv que debutará en Buenos Aires con un plantel de pensadores provenientes de diferentes disciplinas -la formación filosófica no es excluyente- que se explayará a los largo de 12 horas compartimentadas en segmentos de 20 minutos.

Esta primera edición, organizada por el Ministerio de Cultura porteño junto a las embajadas de Francia y Alemania, tendrá como sede el Centro Cultural San Martín y estará impulsada por el aporte de 38 oradores como Juan José Sebreli, Tomás Abraham, Maristella Svampa, Didier Eribon, Emmanuel Renault, Patrice Vermeren, Susanne Klengel, Julia Weitbrech, Alejandro Rozitchner, Diana Cohen Agrest, Alejandro Katz, Eduardo Gruner, Daniel Link y Miguel Wiñazki.

"La lista de autores y de temas son la muestra más cabal de valores considerados primordiales como la heterogeneidad, la diversidad y la interdisciplinariedad -explica a Télam el periodista y editor Maximiliano Tomas, curador de la actividad-. Hay filósofos, sociólogos, cientistas sociales, editores, crí­ticos literarios y pensadores en general, mientras que las charlas atraviesan la filosofí­a, la lingüística medieval, la biotecnologí­a, la reproducción asistida y la teorí­a de género", enumera.

La convocatoria incluirá un espacio llamado "Ágora del diálogo", donde oradores y público podrán encontrarse; lecturas performáticas, proyección de documentales sobre Foucault o Hannah Arendt; una muestra de caricaturas y filosofí­a realizada por los franceses Jul y Charles; talleres para niños y una oferta gastronómica que permitirá degustar platos de los tres países organizadores.

El foco de la propuesta está puesto en la versatilidad de la filosofí­a, una práctica guiada por el asombro y la intuición que acaso nunca ha dejado certezas esclarecedoras pero que ayuda a desarticular los dogmas y a aceptar la contingencia de los principios que trazan la modernidad.

"La filosofí­a es un espacio de reflexión plural. Y si bien las preguntas son casi siempre las mismas, las respuestas se renuevan permanentemente. De allí­ que se resignifica la herencia filosófica pero, a su vez, se crean y recrean nuevos paradigmas", señala a Télam la doctora en Filosofía Diana Cohen Agrest.

¿En qué medida es percibida hoy como una disciplina que puede integrar no solamente la oferta de consumos culturales sino como una herramienta para repensar temas y problemas cotidianos? "Se trata de pensar, además, más allá de excesos y fugas, en la posibilidad de la filosofí­a ante la ausencia de grandes relatos y la ausencia de sistemas totalizadores", destaca el filósofo y ensayista Tomás Abraham a Télam.

"El fin ya no justifica los medios sino que, invirtiéndose ese orden, la sola posibilidad de aplicación de los medios parecerí­a justificar cualquier fin. La filosofí­a, entonces, es el espacio privilegiado para pensar sobre nuestras vidas y sobre una ciencia al servicio de tecnologí­as que nos transforman, haciendo de nosotros voraces consumidores acrí­ticos de todo lo que el mercado lanza", explica Cohen Agrest.

La autora de Inteligencia ética para la vida cotidiana, que en el ciclo tendrá dos intervenciones -una centrada en la bioética y la otra en la envidia- asegura que la filosofí­a "nunca es complaciente sino más bien un gesto revolucionario que nos acompaña en cada instante de la vida. Aun cuando no seamos conscientes, la filosofí­a nos interpela en cada uno de nuestros actos", explica.

¿Cómo se explica la visibilidad actual de una actividad que produce angustia, como la filosofí­­a? ¿Se trata en todo caso de confrontarse a una angustia liberadora? "No creo que la filosofí­a solo genere angustia, como tampoco creo que su destino sea el de crear bienestar o felicidad. Por lo general, todo lo que cuesta, como el camino personal hacia cualquier tipo de sabidurí­a, ofrece una recompensa", analiza Tomas.

"En el mejor de los casos, esa recompensa nos hará más conscientes de ciertas problemáticas y tensiones, nos despertará a nuevos sueños y pesadillas, nos sacudirá la modorra y nos rescatará, al menos por un momento, de la banalidad y la estupidez cotidiana. No es poco", promete el periodista.

Para Cohen Agrest, "desde que el hombre es hombre, se descubre abismado en situaciones límites, confrontado con la muerte y el dolor, componentes inescindibles de la condición humana.

En el presente, los tres orí­genes del pensar filosófico -el asombro, la duda y las situaciones límites- se han hi­perrealizado en prácticas, algunas de ellas ancestralmente aceptadas, aunque redimensionadas por una cultura globalizada".
"Vivimos asombrados ante las posibilidades insospechables y, según parece, ilimitadas de la biotecnologí­a; dudando de todo aquello que puede ser hecho y, en un único gesto, de qué debe ser hecho. Y en circunstancias imposibles de ser procesadas y asimiladas, arrojados en circunstancias ante las cuales, según la magní­fica expresión sartreana, estamos condenados a elegir", sostiene la ensayista.

Menos entusiasta, el filósofo Abraham prefiere acotar los alcances del fenómeno: "La filosofí­a tiene una historia materializada en textos que nadie lee. Puede haber cafés filosóficos, encuentros musicales con frases de filósofos, ofertas new age, recetas de felicidad y autoestima, artes de vivir, terapias filosóficas más baratas que el psicoanálisis... Pero nadie lee ni estudia filosofí­a, por lo que se constituye en un bien escaso, olvidado, disminuido", asegura.

"De todos modos la filosofí­a es la columna vertebral del pensamiento occidental en lo concerniente a la ética, al pensamiento polí­tico, y a cuestiones metafí­sicas relacionadas con la existencia. Pero, sabemos, que la moral, la polí­tica y la metafí­sica, están hoy en el altillo porque en el salón comedor está la farmacologí­a, la neurologí­a, el poder financiero, la ingenierí­a genética, y las redes sociales con sus ciento cuarenta caracteres.

En fin, los filósofos somos como las perlas barrocas, caras, hermosas, y lucen de noche", concluye el autor de La máquina Deleuze y Tensiones filosóficas.

Fuente: Télam

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