Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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César Tiempo: un puente entre lo judío y la Argentina de la justicia social

En el libro `César Tiempo, el poeta de los tres nombres` su autora, Manuela Fingueret (1945-2013), introduce al lector en la vida de este inmigrante que, desde una mirada humanista del judaísmo profesante de su familia, ratificó sus raíces volcándolas a la sociedad argentina, con la que se involucró sin renegar de su identidad.
Israel Zeitlin, tal su nombre real, César Tiempo o Clara Beter, los seudónimos con los que también escribió, sembró las letras argentinas con obras que se constituyeron en vasos comunicantes entre el gueto de sus primeros años, lleno de valores solidarios, y una sociedad que observó con interés al socialismo y luego al peronismo, como movimientos promotores del progreso y el bienestar de las clases sociales más postergadas.

Fingueret, en este libro póstumo de la autora editado por Capital Intelectual, introduce al lector en la vida del escritor, y propone un reconocimiento a un ser humano polifacético, arrasador en sus imágenes y voraz en cuanto a sus textos.
Fingueret introduce al lector en la vida del escritor, y propone un reconocimiento a un ser humano polifacético, arrasador en sus imágenes y voraz en cuanto a sus textos



El escritor encontró una línea común en el trasfondo de su judaísmo humanista y el peronismo que bregó por dotar de mejores condiciones de vida de los trabajadores desclasados de mediados del siglo XX.

Unificando las luchas por la libertad y mejores condiciones de vida, Tiempo se convirtió en director del suplemento cultural del diario La Prensa cuando fue expropiado y entregado a los trabajadores de la CGT, una expresión de los valores de un pueblo trasladados desde su tarea a la sociedad argentina sin distinción de raza, credo, situación social o religión.

Otro dato contundente aportado por Fingueret es el libro que Tiempo escribió bajo el seudónimo de Clara Beter, ´Versos de una prostituta judía´, en el que dejó al descubierto el doble discurso de la sociedad porteña y atacó el sometimiento femenino exponiéndolo como una situación social intolerable.

Esta denuncia contra la prostitución en los años veinte demostró su solidaridad a favor de los marginados y las minorías castigadas, determinismos que lo acompañarían a lo largo de su vida y obra literaria.

Para Fingueret, "Tiempo hablaba desde un gueto porteño inflamado de esplendor creativo, desde sus amados barrios de Once y Villa Crespo, de clases medias bajas donde las muchachas carecían de buenas dotes y desde bares frecuentados por poetas, charlatanes y soñadores de un mundo mejor que iluminaban con tertulias sobre la Biblia y el calefón".

Como muchos de los escritores de principios del siglo pasado, Tiempo fue hijo de una inmigración que llegó con sus maletas marcadas por la violencia antisemita europea, pero -al mismo tiempo- cargadas de esperanzas, emociones e ideas que pusieron en palabra y acto para la construcción de un país mejor.

Muchos, entonces, trabajaron la tierra, y algunos de sus hijos criollos descollaron en el mundo de una educación que miraba hacia una Europa culta pero que, paradójicamente, se desangraba en guerras y hambrunas.

"Fabriqué mis tentaciones, mis sorpresas, mis espantos, pero no fabriqué llantos, traiciones ni decepciones. Cuando se hicieron canciones sobre escenas y desvíos, remonté los viejos ríos", supo definir Tiempo.

Además, el escritor tuvo un empuje poco común para los intelectuales de la época como pudo terminar de conocerse cuando en 2012 se abrieron sus archivos a los investigadores, en poder de la Biblioteca Nacional desde 1996.

La autora afirma en el libro que sus amigos lo reconocieron como un viajero incansable a través de sus fantásticas poesías e historias.

Cuando falleció César Tiempo el 24 de octubre de 1980, ante su tumba en el cementerio judío de Liniers, su amigo Diego Lucero lo recordó como "un porteño cabal, un escritor, un idealista que sufrió persecuciones, desdeñó prebendas por ser fiel a sus sueños libertarios, quemó posiciones por mantener en alto las banderas y que un día, de puro aventurero y para liberarse de nosotros, se fue a las estrellas", su morada infinita.

Fuente: Télam

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